“Obras son amores y no buenas razones”, Proverbio popular.

Por Álvaro Morales de León

“De buenas intenciones está lleno el camino al infierno, y de buenas obras, el camino al cielo”; eso dice sabiamente el popular refrán como queriendo enseñarnos que las intenciones no son suficientes, que lo más importante son las obras que procuran el bien.

“Cartagena incluyente para erradicar la pobreza en 2033”, ese fue el nombre que le pusieron al foro, uno de los tantos que, hasta esa fecha, jueves 22 de junio de 2017, se habían venido escenificando sobre las condiciones de pobreza en Cartagena.

Convocaron a la comunidad, de manera curiosa, para que en el auditorio del periódico “El Universal”, escucháramos, con la moderación de Juan Gossaín Abdala, el estudio que investigadores del Banco de la República habían realizado sobre la pobreza en Cartagena.

Los expositores del estudio estuvieron apoyados por otros que hicieron de panelistas, el exsecretario de hacienda de Cartagena durante el gobierno de Manuel Vicente Duque, Napoleón de la Rosa; la señora Vivian Eljaiek, de la Alianza Andi – Fundación Mamonal; y el investigador de la Universidad Tecnológica de Bolívar, Aarón Espinosa.

Haciendo memoria recuerdo haber visto en este Foro al director del periódico, Pedro Luis Mogollón; y a otros como Jorge Enrique Rumié, columnista de este Diario.

Pasados 3 años, entiendo que dicho Foro al que nos llevaron “como ovejas al matadero” era parte de una estrategia, podríamos decir, que “los ricos de la ciudad” fraguaban para crear el Fondo dizque para la erradicación de la pobreza en Cartagena, y con el cual pretendían, en ese entonces, y así terminando haciéndolo, establecer un organismo de carácter público-privado que estuviera por encima de la Alcaldía de Cartagena.

Hoy, este Fondo, convertido en Ley de la República lleva el bonito nombre de “Fondo de Sustentabilidad Procartagena 500 años”, y del que el presidente Duque no ha ahorrado elogios para el senador del Centro Democrático, Fernando Araujo Rumié, su promotor.

Este Fondo de aparentes buenas intenciones contempla de manera ilusa que, en el 2033, o sea, dentro de 13 años, Cartagena habrá superado la pobreza; pobreza que ha sido engendrada, precisamente, por la inequidad y la injusticia social venida de esta misma clase indolente que nos ha gobernado.

Sobre este Fondo, Procartagena 500 años, del que también se dice que garantizará la inversión de recursos públicos y privados en infraestructura ambiental, sanitaria y vial, ha caído toda una lluvia de cuestionamientos, y de igual manera se prepara un grueso portafolio de demandas por consideraciones, que, según los demandantes, no está ajustado al sano juicio legal.

Muchos, al igual que yo, somos incrédulos con esta iniciativa del senador Araujo Rumié convertida en Ley, y lo somos por sobradas razones, las que se enmarcan con la impronta del trasegar económico y empresarial de la familia de la cual hace parte el senador, razones como las del caso Chambacú, la usurpación de una prohibida orilla de la Ciénaga de la Virgen, la pretensión de adueñarse de playas públicas, y la de ser los primeros en despedir injustamente a sus trabajadores en los inicios de la Pandemia.

Finalmente, dicen las Escrituras, que Judas, el traidor, hipócrita y ladrón, se enfureció en gran manera cuando María, la hermana de Lázaro, el resucitado, derramó sobre los pies de Jesús un costoso perfume, perfume que según Judas debió haberse vendido y dar ese dinero a los pobres, pero el Maestro, que bien lo conocía le dijo, Judas, no te preocupes, porque los pobres siempre existirán; y yo le añado, por causa de la injusticia social.

 

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