Por Alvaro Morales de León
Se avecinan unas elecciones locales o regionales con las que la ciudadanía cartagenera tendrá nuevamente la oportunidad de elegir un nuevo alcalde para su ciudad, el cual, desde Manuel Domingo Rojas, en 1988, el primero elegido popularmente, hasta el actual William Dau, será el mandatario número quince y gobernará a la ciudad por cuatro años, entre el 1° de enero de 2024 y el 31 de diciembre de 2027.
Creemos y estamos convencidos que siempre será un albur, un azar, una contingencia la elección popular de cualquier mandatario, entre ellos, los alcaldes, los cuales una vez elegidos y asumir sus responsabilidades como tal crean no sólo una expectativa con los que lo respaldaron con su voto sino con toda la ciudadanía de su jurisdicción la cual espera, entre otras cosas, la solución, básicamente, a los problemas históricos de la ciudad, además de administrar con honradez, pulcritud y transparencia, e impulsar el desarrollo de su urbe.
Cartagena es una ciudad que pareciera, con pocas excepciones, no haber sido muy afortunada con los alcaldes que ha elegido mediante el voto popular; unos han salido para la cárcel, otros han sido sancionados por la Procuraduría o por la Contraloría; y otros tantos han sido imputados por la Fiscalía.
Hay un verdadero “rosario” de precandidatos o aspirantes a ocupar el Solio de la Aduana, la silla de la Alcaldía, haciéndolo, unos, con respaldo o aval de Partidos o Movimientos Políticos, otros, respaldados por firmas ciudadanas.
Ojalá, y eso esperamos, que no se vote este próximo domingo 29 de octubre por promesas personales, por prebendas económicas, por simpatías y no por programas, o por cualquier otra cosa, hasta cosas ilícitas que se ha acostumbrado últimamente a cambiar por uno o por varios votos de familiares o amigos.
Pero también, los cartageneros, en su mayoría, queremos que al Palacio de la Aduana llegue un alcalde sensato, decente, con muchos escrúpulos y hasta remilgo con el manejo del erario, del dinero público, que integre a su gabinete a los más capaces, que no convierta su administración en una bolsa de empleo para sus familiares y para su círculo de amistades; pero, sobre todo, que sea un alcalde que proyecte y propenda por el desarrollo de la ciudad, y además, que logre entender que la Alcaldía no se han escriturado para que haga con ella lo que le venga en gana.
Finalmente, ya que los últimos alcaldes no han podido o no han querido solucionar el problema de la prostitución y el microtráfico de estupefacientes a cielo abierto en el Centro Amurallado; ni han buscado la manera de mudar el insalubre y vergonzoso Mercado de Bazurto; ni han intentado el saneamiento de los cuerpos internos de agua, ni procurado la reforestación del Cerro de la Popa, ni han buscado solución a las inundaciones pluviales en diversos sitios de la ciudad, entre ellos el Centro Histórico, así como el desbordamiento de los Canales, es necesario, que por esta ocasión, elijamos un buen alcalde, uno que tenga voluntad e iniciativa para iniciar, por lo menos, la solución a estos problemas de la ciudad de Cartagena.
Votemos a conciencia.