Durante la época colonial, las milicias pardas fueron una fuerza clave en la defensa de Cartagena en tiempos de guerra. Este batallón estaba compuesto por 880 hombres, organizados en compañías de 110 integrantes, distribuidos por toda la provincia. Muchos de ellos eran vecinos, artesanos y ciudadanos comprometidos con la protección de la ciudad.
En 1810, los pardos y mulatos de Cartagena jugaron un papel esencial en el movimiento independentista. Gracias a su organización y esfuerzo, algunos de sus líderes ocuparon cargos importantes en el naciente Estado libre de Cartagena, destacándose como figuras influyentes en el proceso de independencia.
Sin embargo, la aparición de sectores más populares en la vida pública transformó el panorama. Estas fuerzas, conocidas como el «ciudadano armado», comenzaron a presionar con medidas radicales, relegando a las milicias pardas, así, para 1812, se eliminó la organización militar basada en distinciones raciales.