Por María Andrea Romero

La gran mayoría, por no decir todos, en Cartagena estamos mamados. Sí, también de esas cosas que acaban de pasar rápidamente por tu mente mientras leías esa primera frase. Y al respecto, también la gran mayoría, nos hemos vuelto unos expertos en cómo resolver problemas detrás de cámaras con una corta o larga publicación detrás de una pantalla: una nota, un comentario, un artículo, una respuesta a un extraño… Sea cuál sea la alternativa, nos hemos vuelto expertos solucionadores de teclado. En este sentido, la pregunta es… Si todos dicen lo que hay que hacer, ¿quién lo hace? O peor aún, ¿qué tanto hacemos y somos los que decimos que hay que hacer y ser?
Porque si nos vamos a la práctica, creo que mayoritariamente estamos lejos de coexistir en la coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos de nuestra ciudad. Por ejemplo: pedimos tolerancia, pero insultamos a la moto que se pasa en frente (incluso mentalmente); pedimos paz, pero damos el consejo de «no seas pendejo…¡Jódelo! o metemos carbón en un pelea; pedimos respeto, pero no hay mayor fresquito que colarse la fila; pedimos limpieza, pero nos gana la flojera de acercarse a la caneca; pedimos paciencia, pero gana el desespero de esperar el turno. Y así podría seguir y seguir. Hasta aquí, hablo en primera persona no porque necesariamente haga eso, sino porque estoy asumiendo mi sentido de corresponsabilidad, de que la ciudad que hoy existe, sucede y es… también, es parte de mi responsabilidad como ciudadana. Si bien ese no es mi comportamiento, sí he podido desde siempre hacer algo para que esas cosas no sigan sucediendo; y esta es, según yo, una de las razones que nos han llevado a construir la ciudad que hoy tenemos: la ausencia de corresponsabilidad como ciudadanos.
Las decisiones que tomamos ayer nos trajeron a este presente; y las que tomamos hoy, nos permitirán construir el futuro de mañana. La gran pregunta que nos planteamos es: si quiero construir #LaCartagenaDelFuturo… ¿Qué tipo de ciudadano debo ser hoy? Pues obvio… ¡Un ciudadano del futuro! Pero no. No es tan obvio. Y no lo es, porque me invento que aún no tenemos la suficiente claridad de lo que significa ser ciudadanos, y peor aún, porque seguimos enfrascados y distraídos en buscar al «culpable» que nos trajo hasta aquí, en vez de asumir nuestra responsabilidad y empezar a escribir una nueva historia.
La Cartagena del Futuro: la idea, leela aquí.
Al respecto, tenemos al menos dos posibilidades de verlo: la primera, nuestra ciudad es un M …. (Sí, eso que te imaginaste), y la solución es irse, rendirse o quejarse, o en el peor de los casos, no hay solución. La segunda, que veamos todo este caos como la posibilidad de empezar a poner en orden todo, para construir y vivir la ciudad que nos merecemos. Está segunda idea, la cual es mi gran apuesta, y considero que un primer paso fundamental es empezar ¡YA! a SER los ciudadanos que requerimos ser.
Me invento unos ciudadanos éticos e íntegros, respetuosos de las diferencias, amantes de su cultura y sabrosura, apasionados por estar al servicio del otro, seguros y orgullosos de lo que somos y accionadores empedernidos de construir la ciudad que nos soñamos.
Así que, mi invitación de hoy es que no pierdas la esperanza, y a que empieces desde ahora, en tu casa, en tu barrio, en tu comunidad, en físico o virtual a ser el ciudadano que requerimos para hacer de esta idea una realidad.
En #LaCartagenaDelFuturo no hay una respuestas absolutas o una única alternativa, porque es precisamente esa diversidad, lo que nos permite crear ciudades inteligentes, sostenibles e inclusivas; lo que sí es no negociable son las bases de un comportamiento ético, de respeto a la ley y enmarcado en valores en donde siempre, siempre, siempre… prime el bien común. El reto es articular esas múltiples ideas para gestionar de forma inteligente nuestra ciudad. Así que, para ti, ¿cómo deberíamos SER los cartageneros del futuro comenzando en el presente?