En un hecho sin precedentes, el gobierno de El Salvador ha recibido a 261 deportados desde Estados Unidos, conformados por 238 presuntos miembros del Tren de Aragua, la poderosa organización criminal de origen venezolano, y 23 supuestos integrantes de la temida Mara Salvatrucha (MS-13). La deportación es parte de un acuerdo migratorio con la administración del presidente Donald Trump, en el que El Salvador recibirá 6 millones de dólares para cubrir los costos de encarcelamiento durante un año.Estados Unidos intensificó en 2024 su política de deportaciones masivas, especialmente contra grupos criminales internacionales.
La presencia del Tren de Aragua en el país norteamericano creció exponencialmente en los últimos años, con células operando en estados como Florida, Texas y Nueva York, involucradas en tráfico de drogas, explotación sexual, secuestro y extorsión.El grupo, originado en las cárceles de Venezuela, se ha expandido rápidamente en América Latina, y su llegada a EE.UU. generó alarma entre las autoridades. En el caso de la MS-13, su presencia en ciudades como Los Ángeles y Chicago ha sido un foco de violencia y crimen organizado por décadas.A pesar de una orden judicial en EE.UU. que intentó frenar estas deportaciones, la administración Trump siguió adelante con el proceso, considerando que estos individuos representaban una amenaza para la seguridad nacional.
Las investigaciones de las agencias federales de EE.UU., como el FBI y el ICE, han identificado a los deportados como responsables de diversos delitos graves, entre ellos:Asesinatos y ajusticiamientos por encargo.Tráfico de drogas y armas.Secuestros y extorsiones a empresarios y comerciantes.Redes de trata de personas y explotación sexual.Lavado de dinero y operaciones ilegales en el sistema financiero.Muchos de estos deportados fueron detenidos durante redadas masivas en 2024, tras meses de vigilancia y operaciones encubiertas por parte de las autoridades estadounidenses.El presidente Nayib Bukele ha dejado claro que estos individuos serán procesados con el régimen de excepción, la misma política que permitió encarcelar a más de 75,000 pandilleros salvadoreños en los últimos años. Bajo este régimen, los deportados podrían enfrentar:Sentencias de 30 a 50 años por delitos relacionados con el crimen organizado y terrorismo.Cadena perpetua en casos de asesinato, secuestro o tráfico humano.El Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), la cárcel de máxima seguridad inaugurada por Bukele en 2023, será el destino de estos deportados. En este penal, diseñado para albergar hasta 40,000 reos, los prisioneros viven en condiciones extremas, sin contacto con el exterior y bajo una vigilancia militar estricta.
El acuerdo entre Bukele y Trump responde a varios factores:Beneficio económico: Los 6 millones de dólares enviados por EE.UU. ayudarán a financiar la política carcelaria del país.Cooperación en seguridad: El Salvador se ha convertido en un modelo de combate contra las pandillas, y EE.UU. busca replicar su estrategia.Presión diplomática: Washington ha impulsado acuerdos con gobiernos aliados para reducir la migración ilegal y contener la expansión de grupos criminales.Reacciones y críticasLa deportación ha generado reacciones encontradas. Organizaciones de derechos humanos denuncian que muchos de los deportados no han tenido un juicio justo en EE.UU. y que serán sometidos a un encarcelamiento masivo sin garantías procesales.Por otro lado, el gobierno salvadoreño ha defendido la medida como una oportunidad para reforzar la seguridad del país, asegurando que estos criminales no tendrán oportunidad de reorganizarse en las calles.Con este acuerdo, El Salvador se convierte en el primer país en recibir deportaciones masivas de criminales internacionales, marcando un nuevo precedente en las relaciones entre EE.UU. y América Latina en materia de seguridad y migración.