La existencia de la Heladería Ritz, considerada en su época la más lujosa del país y posiblemente de todo el Caribe. Durante la década de 1930, los hermanos Luis Carlos y Justo de la Espriella abrieron este establecimiento en una elegante casona republicana de la Calle Vélez Danies, conocida por los cartageneros como la Calle de las Ventanas de Hierro. La Heladería Ritz no solo destacó por su exquisita oferta de helados, sino también por el lujo que rodeaba la experiencia. Las camareras, vestidas con trajes de lino escocés, delantales y cofia, usaban guantes blancos que cambiaban varias veces al día. Sus zapatillas importadas de Suiza, con hebillas brillantes que llevaban el nombre de la heladería, eran otro símbolo de distinción. La sofisticación del lugar no terminaba ahí. Los hermanos de la Espriella contrataron una orquesta de filipinos, dirigida por el maestro Teófilo Tipón, que ofrecía dos funciones diarias: una al mediodía y otra por la noche, hasta la medianoche. Los helados eran preparados por dos renombrados heladeros: un italiano, experto en casatas napolitanas, y un costarricense que creó el famoso helado «Tres Reyes», compuesto por bolas de fresa, chocolate y vainilla, rociadas con Kola Román, una bebida refrescante muy popular en la época. La Heladería Ritz se distinguió también por su vajilla de cristalería importada de Suiza, que llevaba el nombre del establecimiento grabado, así como los manteles y servilletas. Para atraer más clientes, implementaron promociones como «el cuarto cliente», que no pagaba, y los domingos ofrecían actividades para niños en un salón especial, con toboganes y animales de plástico. Este ambiente tan exclusivo y elegante también fue el escenario de un momento memorable en la historia cultural de Colombia. Un día cualquiera, un joven con una bella voz se subió a una silla y cautivó a los presentes. Era Carlos Julio Ramírez, quien más tarde se convertiría en uno de los cantantes y actores más icónicos del país. Fuente. Apuntes de Cartagena