Especial ¿Cómo está Cartagena en Corrupción? | Semana 5

La corrupción es culpa de todos, ¡No seamos Hipócritas!

Adrian Camilo Marrugo Palacio

La corrupción la entendemos muchas veces como aquel momento en el que un servidor o una institución pública se corrompen y ejecuta acciones que normalmente son para beneficiarse por algún tipo de compromiso.

Esta es una idea proveniente de la forma en como los medios de comunicación muestra la corrupción, pero, a decir verdad, me parece una forma bastante hipócrita de definirla porque en nuestra sociedad la corrupción se ha convertido en algo normal e incluso en un estilo de vida.

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Diariamente se les señala a los gobernantes de ser ladrones, estafadores, mentirosos e impostores, que solo se dedican a enriquecerse junto a su círculo cercano, a costa de una inminente destrucción del patrimonio público, la insatisfacción de las demandas de la sociedad y el quebranto de la confianza de la población hacia los gobiernos. Pero realmente resulta irónico escuchar a muchos quejándose diariamente de la situación de la ciudad, ya que al final los gobernantes de un pueblo son el reflejo de este, la población por medio de la democracia escoge a los líderes que tendrán durante cuatro años con la responsabilidad de traer el progreso, generar productividad, conseguir equidad, justicia social y construir el desarrollo del territorio.

Cartagena en sus peores crisis políticas de toda su historia

Solo escuchar que hemos tenido 11 alcaldes en seis años, resulta escandaloso, y el hecho de que esto sea producto de la corrupción y de las malas decisiones de los cartageneros, lo considero hasta penoso e indignante. Lastimosamente, ninguno de los últimos cuatro alcaldes electos ha tenido un gobierno ordinario, ni tampoco se han salvado de los escándalos de corrupción. El primero falleció de un cáncer, pero antes de esto, fue suspendido por la contraloría a raíz de presuntas irregularidades en contrataciones. El siguiente, que fue elegido atípicamente, solicitó un crédito de $250 mil millones con los que hizo muchas obras, pero algunas de estas hoy están deterioradas e incluso muchas sin acabar, por otra parte, hay irregularidades en algunos contratos, pero aún no se ha declarado la culpabilidad del exmandatario. El siguiente fue suspendido, luego capturado e incluso tuvo que renunciar a su cargo para continuar con su defensa ante la justicia. El último, que fue elegido en elecciones atípicas, tuvo que ser removido del puesto porque al parecer ni siquiera estaba habilitado para aspirar.

Por su parte, este tornado de la corrupción también llegó al concejo de Cartagena en este periodo, porque más de la mitad de sus miembros fueron removidos de sus cargos y privados de la libertad por un caso de corrupción referido a la elección irregular de la ex-contralora distrital, ya que quien ocupaba el cargo ni siquiera aprobó el examen para poder ser designada. Hasta este punto ni siquiera me he referido al escándalo del Plan de Alimentación Escolar (PAE) y sus pechugas de $40 mil pesos, tampoco a REFICAR, ni al caso del edificio de Blas de Lezo. Lo más espeluznante es que la corrupción se ha vuelto tan evidente y descarada que aquí todo el mundo lo sabe todo, lastimosamente los únicos que al parecer no se dan cuenta son los órganos de control, y sin precisamente estos los encargados de llevar a cabo los procesos correspondientes. Aunque claro, cabe aclarar que los gobernados rara vez denuncian o en su defecto no lo hacen, así que realmente a ojos de la justicia nadie sabe nada.

En la ciudadanía se podría decir que hay tres bandos mayoritarios, el primero es de aquellos que hacen parte de esa “rosca” en la que “yo te doy, tú me das y ganamos nosotros”. En el segundo están quienes saben lo que sucede pero que no denuncian por miedo a su integridad o por no tener pruebas, quienes votan de manera correcta (es decir sin incentivos onerosos de parte de los políticos), que realmente no somos mayoría porque nunca hemos ganado. El tercero es el de aquellos a los que no les importa lo que pase con la ciudad, solo piensan en sí mismos, intercambian su voto o simplemente no votan.

Es inentendible como solo el 22.65% de los ciudadanos aptos para votar fueron quienes decidieron por todos en los últimos comicios, o sea de 10 personas, solo 2 eligieron a los gobernantes. La abstención que existe es increíble y lo alarmante es que muchos de los que si ejercen su derecho, lo hacen por dinero, comida, puestos, contratos, etc; o sea razones distintas a la voluntad de elegir un candidato que realmente represente sus intereses reales y que mejore el estado de su comunidad. Entiendo que muchos lo hacen por necesidades, pero… lo único a lo que se está contribuyendo, es a continuar en este estado de auto sumisión, de pobreza y cada vez será peor. Es triste que gran parte de quienes dicen hacer política, la hayan convertido prácticamente en un mercado, actuando estos como mercaderes de la política y las personas (que representan votos) como mercancía, comprándolas o intercambiándolas por beneficios de cualquier tipo. Pero resulta mucho más perverso ver como hay candidatos que se aprovechan de esas necesidades sociales para conseguir lo que desean, pena es lo que dan estos “lideres”.

Al fin y al cabo todos somos culpables de esta situación, no hemos hecho lo suficiente para lograr que esta ciudad renueve su política, seguimos eligiendo a los mismos. Por su parte, quienes votan “limpiamente” solo hacen eso, votar… y algunos dirán que eso es ya bastante, pero realmente nuestro deber como ciudadanos va más allá de eso.

Hay que apoyar candidaturas óptimas, propender que haya buenos y transparentes procesos electorales, debemos ser vigilantes y veedores constantes. Debemos dejar en el pasado esa mentalidad tercermundista de aceptarle a un gobernante “que robe pero que haga”, eso no tiene sentido. Hay que dejar de tenerle miedo al progreso. ¿Queremos un cambio real? Bueno… comencemos a forjarlo, trabajemos para que los cargos públicos sean ocupados por personas honestas, capaces, que les duela esta ciudad, y que así podamos cambiar una ciudad que ya no resiste más. La oportunidad para hacer algo está dada y es el 27 de octubre de este 2019. De ti depende que salgamos de esta situación.

 

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