Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo”. Eduardo Galeano.

Por Álvaro Morales de León.

Que tristeza de país que personas como César Gaviria Trujillo, Presidente a los 42 años de edad, secretario general de la OEA, antes, concejal y alcalde de Pereira, representante a la cámara, viceministro de desarrollo y ministro de hacienda y de gobierno, hoy con 75 años de edad y 28 de haber dejado la Presidencia siga aleteando en la política buscando la forma de conseguirle puesto a sus familiares y contratos a sus amigos, sin enmendar el daño que le hizo al sector agropecuario con su política neoliberal y su alocada apertura económica.

En Colombia, hablar de Gaviria es entender que se habla de la persona que en 1990 empuñando las banderas del Nuevo Liberalismo lideradas por Luis Carlos Galán, fue elegido como presidente de Colombia para gobernar al país hasta 1994.

Gaviria, para muchos, “se encontró” la Presidencia aquel lunes 21 de agosto de 1989 cuando en medio de la aflicción y el desconsuelo por el que pasaba Juan Manuel, el imberbe hijo del sacrificado Galán, y en plenos funerales de su padre empoderó a Cesar Gaviria, su Jefe de Debate, con la jerarquía del Nuevo Liberalismo para que el domingo 27 de mayo de 1990, el pueblo, con casi tres millones de votos lo convirtiera en medio de los sentimientos de dolor y rabia en el Presidente número 36 de los colombianos.

Aquella triste noche del 18 de agosto de 1989, noche del asesinato de Galán en Soacha, también asesinaron, dolorosamente, el pensamiento político del que siempre entonó que “A los hombres se les puede asesinar, pero a las ideas no”, ideas que, a partir de 1990, el elegido presidente Cesar Gaviria también se encargó de asesinar.

Siempre he creído que Gaviria confundió Nuevo Liberalismo con Neo Liberalismo.

La esencia del Nuevo Liberalismo de Galán quedó registrada en sus emblemáticas arengas sobre la justicia, la libertad, la vida, la democracia, los derechos humanos, las ideas, la lucha contra la corrupción y contra el narcotráfico y las oligarquías, etc; pensamiento muy antagonista a las ideas neoliberales con las que gobernó Gaviria quien para desgracia de Colombia tergiversó las ideas políticas del Partido Político que lo empoderó.

A Gaviria hay que recordarlo como el Presidente de “El apagón” cuando debido a la crisis energética ocasionada por el Fenómeno del Niño el país desde el marzo de 1992, y durante casi un año, fue sometido a drásticos racionamientos de energía que terminaron por llevar a la quiebra a muchos comerciantes e industriales.

También, contrario al pensamiento de Galán, que pensaba que el fenómeno del narcotráfico era, y sigue siendo, una de las amenazas más grandes que existen contra la libertad y la justicia en el mundo, a Gaviria hay que recordarlo como el presidente que trató con mano de seda al mayor narcotraficante de esos tiempos, Pablo Escobar, a quien hasta le permitió construir en Envigado su propia cárcel, la “La Catedral”.

Pero si por algo no es grato recordar a Gaviria es por la implementación de la llamada Apertura Económica para el sector agropecuario dentro del modelo neoliberal de su gobierno basado en la teoría del libre mercado y la libertad económica; modelo económico que terminó por llevar a la quiebra a los productores agrícolas y pecuarios, especialmente a los pequeños y medianos carentes de capital, de crédito, de equipos, de maquinaria y que con alto valor de los servicios públicos y otros insumos no tuvieron forma de competir con el producto extranjero.

En esa época, Industrias tan prosperas como la producción de pollos de engorde y la porcícola; así como la producción agrícola representada en los cultivos de arroz, yuca, algodón, maíz, etc, que con mucho esfuerzo y poco apoyo del gobierno producían a costos elevados terminaron “ahorcadas” y quebradas por el alocado modelo “Gavirista” que no permitía competir con el producto que nos llegaba a otros países.

Finalmente, a Gaviria hay que recordarlo como el sepulturero del sector agropecuario colombiano.

Las columnas de opinión no representan la posición de nuestro medio. 

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