Recordando el cólera en Cartagena: la tragedia que marcó a la ciudad Heroica

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En medio de la reciente declaración de la OMS sobre la viruela del mono como emergencia sanitaria internacional y el recuerdo aún fresco de la pandemia del COVID-19, es imposible no mirar atrás y recordar una de las tragedias más devastadoras que vivió Cartagena: la epidemia de cólera de 1849.

Hace más de 170 años, la ciudad Heroica enfrentó una de las crisis sanitarias más graves de su historia. Lo que comenzó como un brote inesperado en el mercado local, se convirtió en una epidemia que acabaría con la vida de un tercio de su población en cuestión de semanas. La llegada del cólera, una enfermedad hasta ese entonces desconocida en la región, fue rápida y mortal.

La primera señal de alarma surgió cuando dos embarcaciones, empujadas por una tormenta, se acercaron al puerto de Cartagena. Poco después, los marineros que se encontraban a bordo cayeron gravemente enfermos y murieron en cuestión de días. Este trágico suceso, atribuido inicialmente al consumo de “yuca venenosa”, pronto se reveló como algo mucho más aterrador, denominada, la llegada del cólera.

El 11 de junio de 1849, en medio de la confusión y el miedo, el doctor Vicente García fue el primero en diagnosticar la enfermedad, señalando que Cartagena enfrentaba su primer brote de Cólera Asiática, o Cólera Morbus. La población, que en ese momento no superaba los 12.000 habitantes, fue diezmada rápidamente por la enfermedad. En solo cinco semanas, más de 4.000 personas perdieron la vida.

La reacción de la ciudad fue rápida pero insuficiente. El cementerio de Manga se llenó al punto de no poder recibir más cuerpos, y se habilitaron otros terrenos en Papayal y Santa Rita para las sepulturas colectivas. Las autoridades intentaron purificar el aire con disparos de cañón y fumigaciones, creyendo que el cólera se transmitía por el aire contaminado. Sin embargo, el verdadero enemigo era el agua contaminada y la falta de infraestructura sanitaria, algo que la ciudad no estaba preparada para manejar.

El caos y la desesperación marcaron ese período, pero también surgieron actos de heroísmo y solidaridad. El clero y los médicos locales, aun a riesgo de sus propias vidas, se dedicaron incansablemente a atender a los enfermos y a consolar a las familias que perdieron a sus seres queridos. Las boticas distribuyeron medicamentos de forma gratuita, intentando paliar una enfermedad para la cual no había cura en ese momento.

Hoy, cuando el mundo enfrenta nuevas amenazas sanitarias, recordar la tragedia del cólera en Cartagena no solo es un ejercicio de memoria histórica, sino también una lección sobre la importancia de la prevención, la higiene y la solidaridad en tiempos de crisis.

Fuente: Universo U, Universidad de Cartagena, “Remembranza de una epidemia que diezmó a Cartagena”.

Créditos. 

Foto 1. Aljibe público sobre la muralla de La Tenaza. Juan Trucco Mogollón. Fototeca Histórica de Cartagena de Indias-UTB. 

Foto 2. Boca del Puente. Fototeca Histórica Cartagena de Indias-UTB.

Foto 3. Vicente Garcia, profesor de la Universidad de Cartagena y el primer médico en diagnosticar un episodio de Cólera Asiática.

Foto 4. Plaza de la Carnicería, hoy plaza de los Coches. Colección Jaspe. Fototeca Histórica Cartagena de Indias-UTB. 

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