Todo iba bien hasta que los denunciantes pidieron la cuenta por los servicios prestados y les entregaron unos valores elevados que no correspondían a lo pactado con anterioridad.
Así ocurrió el hecho, los implicados se trasladaron hasta la Isla de Tierra Bomba, donde se instalaron en un establecimiento comercial. Allí pidieron dos mojarras (una negra y otra roja), ocho cervezas y una gaseosa. Según las cuentas entregadas desde un inicio, todo lo pedido equivalía aproximadamente a 180 mil pesos; sin embargo, a eso de las 3:30 de la tarde, cuando decidieron irse, les cobraron 360 mil pesos en total, es decir, el doble de lo consumido.
“La lancha llegó primero a Punta Arena, pero le dijimos al señor que queríamos otra playa más tranquila, más relajada, y nos llevó hasta Tierra Bomba, donde caminamos hasta que un muchacho que se nos había pegado desde Bocagrande nos recomendó el sitio donde nos quedamos. Allí primero preguntamos si las asoleadoras estaban incluidas en el consumo y nos dijeron que sí, por eso fue que nos quedamos en ese lugar”, señaló la mujer, quien pidió la reserva de su identidad.
“Compramos cuatro cervezas para cada uno, los dos almuerzos y una gaseosa, pero al pedir la cuenta, ¡oh sorpresa!, nos cobraron 150 mil pesos más por el servicio y por el kiosco, que en realidad era un palo de madera con cuatro sillas plásticas de las cuales usamos tres. De esos 150 mil, 50 eran obligatorios por el servicio, siendo que la ley dice que este es un porcentaje del total de la cuenta y no es obligatorio, generalmente es el 10%, es decir, estábamos hablando de unos 18 mil pesos, no sabemos por qué nos impusieron pagarles $50 mil por una atención tan mala”, añadió la mujer.
Este caso es uno más del montón que, con frecuencia, se presentan en las playas de Cartagena. Por eso, turistas y nativos piden regulación por parte de las autoridades a todas aquellos establecimientos que exceden sus precios.