Las vainas de Cartagena

En ciudades y países la gente es distinta, la ciudad es así porque su gente es así”, Clorindo Testa.

Por Álvaro Morales de León

Quise hacer este escrito invocando como vainas una serie de cosas y hechos insólitos que sucediendo en Cartagena pareciera que por su permanencia y convivencia con ellas nos hubiésemos acostumbrado no sólo a su existencia sino también a la indiferencia de las autoridades y a la indiferencia a lo que hoy llaman, y no he podido entender, dizque fuerzas vivas y sociedad civil.

Me inspiré en el nombre que tuvo el divertido programa de la televisión regional donde dos típicos y representativos personajes del campo, del “corronchismo rural”, nos divertían con inauditos y extravagantes relatos que terminaban por sorprender a uno de los tertulianos de la alegre y divertida comedia, he hecho referencia al Programa de Telecaribe, “Las vainas de mi pueblo”, del cual hicieron parte los desaparecidos comediantes Darío “El Gordo” Gómez y Rafael Díaz, “El Cachaco”.

Dentro de las múltiples acepciones de la palabra “vaina” está la utilizada para expresar molestia o contrariedad por algo, y dentro del top de ellas está la que en Cartagena existe con el extremo desorden y excesiva perturbación de la movilidad vehicular en toda la ciudad, sin que se excluya ninguna zona en particular. Toda la ciudad está afectada y no han valido los “pico y placa” para los vehículos que de manera regular prestan el servicio público de transporte, ni para los de uso particular, y muchos menos para los del arraigado, desordenado, irregular pero necesario servicio del mototaxismo.

Pero una vaina inexplicable y muy particular que ocurre con la movilidad en Cartagena es que de manera extraña los dos días del mes en los que no se permite la circulación del mototaxismo la movilidad, de manera manifiesta e inusitada, se convierte en un total y verdadero caos, por no decir otra palabra.

Y continuando con el top de las vainas de Cartagena, las cosas inusitadas, y continuando con el mototaxismo, no podemos dejar por fuera el abuso, pero también la indiferencia de las autoridades permisivas con el tránsito de estos vehículos por zonas vedadas para ellos.

Otra vaina de Cartagena que pareciera ser trabajosa y difícil de erradicar es la práctica de la libre y pública prostitución así como el microtráfico que en horas de la noche y ante la vista de las autoridades se practica, a pesar de las denuncias y lo escándalos, no sólo en las plazas y calles del Centro Histórico, sino en otras zonas dispersas de la ciudad como lo es todo el sector que abarca el entorno conocido como “El Amparo”, así como los alrededores de los Estadios y la Plaza de Toros, entre otros.

Y que decir de la ya eterna y hasta cansona vaina con el estado de los cuerpos internos de agua de Cartagena convertidos en baños públicos con todos los servicios, en moteles al aire libre, en guarida de ladrones, atracadores y consumidores de drogas, y sus orillas, convertidas en botaderos de basuras y en presa fácil de los ladrones y usurpadores de tierras prohibidas, como las orillas de estos mal llamados espejos de agua.

Y no terminando con los cuerpos internos de agua, nos preguntamos ¿Quién daría permiso para que en la orilla del Caño Juan Angola, en el sector de Canapote, y específicamente frente al Hogar de “Niños de papel” se instalara un rudimentario muelle de madera para prestar con una burda embarcación de madera “servicios turísticos? ¿Cuál servicio turístico en un agonizante Caño cundido de putrefacción?

Y finalmente, y por último, ¿Qué vamos a hacer de manera definitiva con la vaina del pútrido, antihigiénico y asqueroso Mercado de Bazurto y el estrépito y enloquecedor ruido que originan los vendedores de música ubicados en su entorno.

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