Glifosato; veneno fruto de un silencio cómplice

Por Jose David Vargas Tuñón

Envenenadas. Así están todas las zonas selváticas colombianas por las cuales se esparce el glifosato como una supuesta medida para la erradicación de cultivos ilícitos que, con el pasar de los años, se ha transformado más en un asesino de grandes extensiones de terreno y en un productor de enfermedades para quienes –con la venia de todos los gobiernos de turno- deben exponerse a el gracias a la lucha antinarcóticos lanzada por los Estados Unidos.

En una definición sucinta, el glifosato con el que tropas mercenarias enmascaradas bajo el nombre en clave de Contratistas” fruto del Plan Colombia realizado durante los dos mandatos del Expresidente Álvaro Uribe Vélez, en el cual las aspersiones tuvieron su punto culmen; es –entre muchas más especificaciones– un matamalezas que en principio destruye plantas y arbustos, el cual, según German Castro Caycedo, en su libro titulado “Nuestra guerra ajena” es producido por la firma Monsanto en los Estados Unidos.

La empresa Monsanto tiene como actividad principal, hasta el día de hoy, la producción de alimentos transgénicos que cada día cuentan con muchísima resistencia a nivel mundial. Siendo, el glifosato, su producto estrella que hoy la nación utiliza en un intento desesperado por “aplacar” la producción de coca en las selvas del país.

Así, según el Informe de Indepaz titulado “Memoria Histórica de las fumigaciones 1978-2015” elaborado por María Mercedes Moreno; desde junio del año 1978 en el Instituto Nacional de Recursos Naturales (INDERENA) sonaron las primeras alarmas respecto al uso de glifosato, relacionado a las repercusiones en la selva y en la salud de las personas, cuando el Ministerio de Justicia se planteó la posibilidad de arrojar cantidades industriales de este veneno para la “erradicación” de cultivos de marihuana en la cantidad de 19.000 hectáreas de la Sierra nevada de Santa Marta y Sierra del Perijá.

Pero, así como cuando lo que no se debe hacer es lo más tentador, el gobierno nacional dio vía libre a la experimentación con este veneno toxico entre 1978-1984, primero con aspersores portátiles y luego, desde los cielos, con una gran variedad de agrotóxicos. Uno de ellos, el ácido 2,4-diclorofenoxiacético, siendo el componente principal del devastador agente naranja utilizado en la guerra de Vietnam por los estadounidenses.

El 5 de diciembre del año 1983, según el Informe de Indepaz, mediante un comunicado el Consejo Nacional de Estupefacientes se anunció la posibilidad de iniciar una ofensiva directa de erradicación para cultivos de marihuana y más tarde para zonas de plantación de coca. No obstante, en 1984 el ministro de salud de la época alertaba sobre los riesgos a la salud derivados de la aspersión con glifosato. Sin embargo, y a pesar del concepto experto desfavorable, el ministerio de justicia siguió con su plan para la erradicación de cultivos ilícitos.

Siguiendo con lo propio, la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año 2015 -luego de una utilización continuada por años del glifosato en las selvas colombianas, sobre todo luego de la aprobación del Plan Colombia en los dos periodos consecutivos del Expresidente Álvaro Uribe Vélez- clasificó esta sustancia como “probablemente cancerígena para los seres humanos”, basándose en la experimentación con animales sometidos a la exposición de ese agente químico.

Tanta es la magnitud del perjuicio causado por el glifosato que durante el gobierno de Juan Manuel Santos, por los albores del año 2013, se le tuvo que indemnizar al estado ecuatoriano en cuantía de 15 millones de dólares por los daños causados a sus pobladores y a su naturaleza, fruto de la estrategia binacional obediente al mandato de las autoridades estadounidenses como todos los presidentes que lo han antecedido -Según información presentada por German Castro Caycedo en su libro Nuestra Guerra ajena-.

Ahora bien, los efectos del uso de agentes tóxicos para la erradicación de cultivos ilícitos son irreversibles. En 1974 se comenzaron a reportar casos en El Guamo de bebes con deformaciones Oseas, hepatomegalia (hígado más grande de lo normal) y casos graves de microcefalia (cerebro más pequeño del común); sin embargo, el gobierno de turno hizo caso omiso, así como lo harían sus futuros reemplazantes.

En este sentido, es hora de que el gobierno nacional cumpla lo que prometió respecto al Proyecto de Ley sobre la suspensión de erradicación de cultivos ilícitos con glifosato. Pero, ante el panorama político actual y que cada día existe algún evento que da de hablar sobre lo que se cuece en la Casa de Nariño, parece ser que tal iniciativa legislativa quedará sumida en el más trágico de los olvidos.

Eso sí, somos nosotros los colombianos aquellos llamados a interesarnos en nuestras riquezas forestales y en la salud de cada uno de los habitantes de esta gran nación, aunque en el camino de la reivindicación del bien común sobre el interés particular de los gringos, debamos luchar contra la desidia de la comunidad internacional ante la invasión de nuestros territorios por parte de los agentes químicos propiciados en este terruño luego del fracaso en Vietnam. Así, ¿Para cuándo se interesará presidencia en el tema del glifosato?

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