La Plaza de los Coches, uno de los lugares más emblemáticos de Cartagena, ha sido testigo de numerosos cambios a lo largo de los siglos, no solo en su nombre, sino también en su función y uso. En sus primeros días, en el siglo XVI, esta plaza fue conocida por diversos nombres, reflejo de los diferentes roles que desempeñó en la ciudad. Desde la «Plaza del Juez», en honor al primer Juez de Residencia, hasta «Plaza del Esclavo» o «Plaza de los Mercaderes», la plaza era un punto de encuentro y actividad comercial, con una ubicación estratégica en el corazón de la ciudad amurallada.

Sin embargo, fue en el siglo XIX cuando la plaza adquirió el nombre por el cual se le conoce popularmente hoy: Plaza de los Coches. Este nombre hace referencia a su rol como estación de los tradicionales coches de alquiler, vehículos tirados por caballos que servían de transporte para los habitantes y visitantes de la ciudad. Lo que pocos recuerdan hoy es que, en esa época, la Plaza de los Coches era también un espacio donde los vehículos podían transitar libremente y estacionarse, algo impensable en la actualidad, dada su actual función peatonal y turística.

En ese entonces, los carruajes y coches de alquiler ocupaban el centro de la plaza, en un bullicioso tránsito que conectaba diferentes zonas de la ciudad. Esto hacía que la plaza no solo fuera un lugar de paso, sino también de encuentro, comercio y vida social. Además, la plaza tenía una gran relevancia como punto de acceso a la ciudad, conectando con barrios cercanos como Getsemaní, lo que la convertía en un nodo de intercambio cultural y comercial.
Con el paso de los años y el desarrollo urbano, la Plaza de los Coches fue ganando nuevos significados, pero también se transformó en un sitio más restringido para el tráfico vehicular. A mediados del siglo XX, y particularmente a partir de la firma del tratado fronterizo colombo-ecuatoriano en 1919, la plaza pasó a ser rebautizada oficialmente como Plaza de Ecuador, en honor a dicho evento. Sin embargo, el recuerdo de aquellos días en que vehículos transitaban y se estacionaban en su corazón permanece en la memoria colectiva de los cartageneros.

Hoy, la Plaza de los Coches es un ícono turístico, con su arquitectura colonial y su cercanía a la famosa Torre del Reloj, pero pocos saben que en su época dorada fue mucho más que un simple punto de paso: fue un dinámico cruce de caminos, donde coches y personas compartían el mismo espacio, formando parte esencial del pulso cotidiano de la ciudad.











