Poca luz, diseños basados en películas y música de la época: así eran las discotecas en Cartagena durante los 60, 70 y 80

IMG-20241007-WA0073

A finales de los años 60, Cartagena vivió una transformación cultural con la inauguración de la primera discoteca de la ciudad, Zorba, ubicada en el edificio Seguros Bolívar, sobre el malecón. Inspirada en la famosa película de Kakogiannis, Zorba se convirtió rápidamente en un lugar de encuentro para jóvenes, quienes se lanzaban a la pista de baile al ritmo de «Zorba el Griego», emulando la icónica escena protagonizada por Anthony Quinn.

Durante las décadas de los 70 y 80, el auge de las discotecas en Cartagena dejó una huella en la vida nocturna de la ciudad. Discotecas como el Moulin Rouge, ubicado al final de la Avenida San Martín, se destacaron por su elegancia y un ambiente vibrante. Este lugar, con dos pisos, fue el escenario ideal para disfrutar de los ritmos de Los Melódicos y La Billos.

En la misma avenida, la Caja de Pandora sorprendía a los asistentes con su decoración completamente blanca y una propuesta musical moderna, mientras que La Gruta ofrecía un espacio más recatado, ideal para parejas. A pocos metros, el Templo de Cleopatra, inaugurado en 1983 con la actuación de Tommy Olivencia, pronto se convertiría en el conocido Nautilus, famoso por su fachada azul.Las Catacumbas, por su parte, presentaban un ambiente oscuro y enigmático, iluminado solo por las discretas luces de los meseros.

Estudio 54, una discoteca de estilo americano, atrajo a multitudes con sus baldosas traslúcidas iluminadas, mientras que Blow Up ofrecía múltiples ambientes en diferentes niveles, convirtiéndose en otro punto de referencia para los amantes de la música.La Escollera, situada en la esquina de una calle corta cerca de la playa, fue considerada por muchos como la mejor discoteca de Cartagena. Minerva, en el subsuelo del hotel Capilla del Mar, se caracterizaba por su ambiente juvenil y la presencia del grupo Sirenas de Capilla. También estaba Penny Point, un espacio más pequeño y exclusivo, y la modesta Iguana, situada en el Club Naval, que atraía a un público selecto.

Este periodo dorado de las discotecas en Cartagena no solo marcó un capítulo en la historia social de la ciudad, sino que también reflejó el dinamismo cultural y la búsqueda de nuevos espacios de diversión y convivencia en la comunidad. La música, el baile y la interacción social en estos lugares dejaron un legado que aún se recuerda con nostalgia.

Comparte esta noticia

Suscríbete

Al presionar el botón de suscripción, confirmas que aceptas nuestra Política de Privacidad.
Publicidad