Reflexiones electorales | Columna

Por Julio Bermúdez

Lo que se vio el domingo pasado creo que tiene como precedente el plebiscito del 2016, pues muestra una sociedad encontrada, con visiones diferentes de país. Sin embargo, algo particular con estas elecciones fue un clamor en general por un cambio, pues los dos candidatos no hacen parte ni del establecimiento, ni de la élite, ni de la política tradicional; más allá de las alianzas de cada uno, pues nadie puede hacer campaña solo sin apoyos.

Lo primero que vale la pena mencionar, es que en medio de tantas diferencias y discrepancias el país quiere un cambio. Tanto en el legislativo como en el ejecutivo los colombianos dan muestra de querer nuevos liderazgos y visiones diferentes de país. De manera que hay una tendencia unificada que prefiere nuevos rumbos para Colombia.

Por otro lado, después de muchos intentos, la oposición y la izquierda se pudo aglomerar bajo un mismo candidato. Muchos sectores a lo largo de toda esta ala del espectro pudieron ponerse de acuerdo, contrario a elecciones anteriores donde no habían podido consolidarse en una misma dirección.

Con respecto a la derecha, perdedora en esta contienda por primera vez, toca ser la oposición en estos cuatro años. Es momento de buscar nuevos liderazgos que puedan aglomerar una nueva derecha en Colombia, una nueva oportunidad para reinventarse y dar una respuesta más fresca al nuevo electorado en el país. Porque creo que muchos de los votos de este espectro por Hernández fueron anti Petro, no porque les se sintieran identificados con el candidato.

Pese a lo anterior, es importante no caer en las generalizaciones, pues, creo que una de las razones por las cuales Gustavo Petro ganó en segunda vuelta fue porque pudo seducir al votante que es de derecha, que pudo haber votado por Federico Gutiérrez en primera, pero no se sentía identificado con Hernández, quizá por el manejo de su campaña en segunda vuelta.

Gustavo Petro pudo superarse por 2.753.245 para un total de 11.281.013. La votación más alta de un candidato presidencial. Parte de esa cantidad de votos se encuentran en los votantes que participaron en segunda vuelta pero no en primera, un total de 1.240.063 de diferencia entre las dos vueltas. Cabe resaltar que la segunda vuelta ha sido la elección con la mayor participación en la historia del país, con un 58,09% para un total de 22.658.694.

Por el lado del congreso nuevos liderazgos fueron escogidos, donde la bancada, ahora de gobierno, es la de mayor cantidad de escaños en senado, no obstante está muy lejos de ser mayoría. A pesar de poder formar coalición, no le van a alcanzar los votos para poder sacar proyectos sin tener que jugar a juego político.

De esta manera, Ni la derecha ni la izquierda tienen la mayoría necesaria para sacar reformas sin tener que sentarse a hacer acuerdos, lo que quiere decir que para poder legislar se van a necesitar la una de la otra para poder gobernar. A cuentas alegres, la bancada de gobierno va a estar conformada por 40 escaños (Pacto Histórico, Alianza Verde, Comunes, MAIS y AICO), la de oposición por 44 (Conservador, Centro Democrático, Cambio Radical y coalición Mira y Colombia Justa y Libre) y los independientes por 24 (Liberal y la U). Igual tocar esperar al 7 de agosto para saber con certeza la distribución en la cámara alta, y ver si Rodolfo Hernández toma la curul por haber quedado segundo en elecciones.

En medio de estos últimos tiempos tan álgidos, saliendo de una pandemia y una crisis global, estas elecciones fueron gran motivo de ansiedad en general. A pesar de las diferencias, temores y la incertidumbre inminente es tiempo de ser activos social y políticamente, y ojalá el sector privado y el público puedan cooperar, superar el miedo y generar confianza. Definitivamente la respuesta para seguir construyendo instituciones más fuertes es por medio del consenso.

Como último punto, es necesario una reconfiguración del papel de las élites del país. Es más que evidente que el electorado ha cambiado y eso se muestra en las nuevas preferencias por nuevos liderazgos. Necesitamos que tengan con una visión renovada y con una mejor conexión de la realidad colombiana, para que sus decisiones puedan sumar positivamente en los nuevos retos de desarrollo que se avecinan.

En este momento lo que más abunda son los análisis, opiniones, sentimientos y emociones de todos nosotros. Unos con alegría exacerbada por la victoria, otros con varios temores al futuro pensando que decisiones tomar, otros quienes son apáticos o indiferentes al porvenir y quizá quien todavía no sabe qué sentir. A pesar de todo este escenario, en esta hito de la historia de Colombia elijo tener una actitud democrática, crítica, constructiva pero sobre todo positiva.

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