Por Paulo Pérez
En un mundo donde la inteligencia artificial (IA) ya escribe textos, responde preguntas y hasta crea imágenes, una nueva alianza promete llevar esta tecnología un paso más allá: directamente a nuestras manos, bolsillos y conversaciones cotidianas. Sam Altman, CEO de OpenAI, y Jony Ive, el legendario diseñador detrás del iPhone, han unido fuerzas para crear una nueva generación de dispositivos que integren la IA de forma natural en la vida diaria. ¿Estamos ante el nacimiento de una nueva revolución tecnológica?
Una inversión con nombre propio
La noticia sacudió al mundo tecnológico: OpenAI adquirió la firma de diseño LoveFrom, fundada por Ive, por 6.500 millones de dólares. Pero lo que más llamó la atención no fue la cifra, sino los nombres detrás del proyecto. Lauren Powell Jobs, viuda de Steve Jobs, es una de las principales inversionistas. Su participación no solo añade peso simbólico, sino que también plantea una narrativa poderosa: ¿es este el renacimiento del espíritu innovador de Apple, pero fuera de Apple?
¿Qué están creando?
Aunque los detalles técnicos aún son escasos, el objetivo es claro: diseñar un dispositivo que no se parezca a un teléfono, pero que cumpla funciones similares, potenciadas por IA. Se habla de un asistente personal que entienda el contexto, las emociones y las necesidades del usuario, sin necesidad de pantallas ni comandos complejos. Un aparato que escuche, hable y aprenda, como si fuera una extensión de nuestra mente.
Tecnología con rostro humano
Paradójicamente, en un momento en que muchos temen que la inteligencia artificial reemplace a los humanos, OpenAI está contratando más personas que nunca. Son mentes como la de Jony Ive las que, por ahora, siguen diseñando el futuro, no la IA. ¿Qué significa esto para nosotros?
Para los ciudadanos del común, este avance puede parecer lejano, pero sus implicaciones son profundas. ¿Cómo cambiará nuestra forma de hablar si una IA nos acompaña todo el día? ¿Cómo afectará nuestras relaciones, nuestro trabajo, nuestra salud mental? ¿Podemos confiar en una máquina que, tal vez, nos preste más atención que quienes nos rodean?.
Un futuro que ya comenzó
La revolución no llegará con fuegos artificiales, sino en silencio, en forma de dispositivos que se integran a nuestra rutina sin que lo notemos. Como ocurrió con el iPhone en 2007, lo que hoy parece futurista, mañana será cotidiano. Y esta vez, la conversación no será solo entre humanos, sino también con inteligencias artificiales que, poco a poco, aprenderán a entendernos mejor que nadie.
Columna de opinión Paulo Pérez