Fracaso total

“El éxito es la capacidad de ir de un fracaso a otro sin perder el entusiasmo”, Winston Churchill.

Por Alvaro Morales de León.

Sin eufemismos ni medias tintas hay que llamar como rotundo y fracaso total la jornada electoral del pasado domingo 5 de diciembre con la que se pretendió darle una oportunidad democrática y representativa a los jóvenes de Colombia para que a través del voto popular se constituyeran como Consejos Municipales y Locales de Juventud.

La jornada, aunque con paupérrima participación, se dio, y con los votos depositados se constituirán dichos Consejos, ¿pero cabe preguntarse si al igual que ocurre con la pálida participación ciudadana en las elecciones atípicas de alcaldes y gobernadores estos organismos de representación de las juventudes que se conformarán con una abstención del 89.6% tendrán legitimidad democrática y representativa? Aunque no sea ilegal, se conformarán de todas maneras.

Fueron 12´282.273 los jóvenes entre los 14 y 28 años los habilitados y convocados para que acudieran entre las 8 de la mañana y las 4 de la tarde a las 20.000 mesas de votación instaladas en cada uno de los 1.091 municipios de Colombia y depositaran en las urnas instaladas, su sufragio, o tarjetón debidamente diligenciado en esta que fue la primera, pero fracasada elección de este tipo de organismos que se da en la trayectoria política y democrática de Colombia.

¿Dónde estuvieron los jóvenes que en los años 2019, 2020 y 2021 vimos en las exitosas y multitudinarias manifestaciones de protestas en calles y plazas de muchas ciudades de Colombia? ¿Qué se hicieron?

Parece, o da la impresión, que con los resultados obtenidos, el depósito de 1´279.961 votos equivalentes al 10.4% del potencial electoral habilitado, que con los mismos los jóvenes colombianos tuvieron una actitud despreciativa o de incredulidad hacia este modelo de representación democrática con el que se busca que tengan interlocución con las entidades y la administración pública sobre los temas que interesan a las juventudes.

Y si los resultados de todo el país arrojaron un 10.4% de participación del 30 que se esperaba lo hicieran, en Cartagena, los misérrimos 12.825 votos depositados, equivalentes al 4,7% de participación, constituyen no sólo una vergüenza sino un deshonroso comportamiento participativo.

Pero la vergüenza también hay que hacerla extensiva a la Registraduría Nacional del Estado Civil, la organizadora del evento, la que a pesar de los fatales resultados, su titular los justifica y pondera como aceptables como una manera de defenderse de las críticas por el costo o la inversión de los doscientos mil millones de pesos que se hicieron para estas elecciones, entidad a la que también se le achaca desde la falta de falta de publicidad y pedagogía adecuada hasta la confección de un confuso tarjetón.

Es vacua la justificación del Registrador Nacional cuando pretende respaldar los pobres resultados electorales de esta jornada juvenil por haber sido, según el Registrador, aceptables por haber sido las primeras que de este tipo se celebran en el país y las primeras en las que se convoca expresamente a los jóvenes, ignorando el funcionario que el 1 de diciembre de 1957, cuando en el Plebiscito convocado por Rojas Pinilla y éramos 11.548.172 colombianos, cerca de 1.8 millones mujeres, representando el 15.5%, votaron por primera vez en Colombia.

¿Qué pasó en estas elecciones juveniles? ¿faltó publicidad por parte de la Registraduría y de los aspirantes? ¿faltó credibilidad en el proceso democrático? ¿Faltó información, motivación o interés por parte de los jóvenes? ¿O es que se ha cumplido aquello que si no hay “estímulos”, “auxilios de marcha” o la llamada “logística”, léase, platica, no hay votación?

Finalmente, todas estas preguntas, así como las del tongo del partido de fútbol entre Unión Magdalena y Llaneros, que le dio la cuestionada victoria al equipo samario, tendrán que resolverse.

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