Por cimentar una cultura de ‘Educación para la Paz’ en valores, equidad, respeto y derechos humanos

Son más de 15 años los que lleva el maestro Wilson Rafael Cabeza Arroyo desarrollando esta experiencia pedagógica significativa, que surge como resistencia transformadora al momento histórico de la violencia en el que Colombia se encontraba en aquel entonces, especialmente los Montes de María y la violencia continua que azotaba a la comunidad del municipio de Zambrano.

Wilson Rafael Cabeza Arroyo, docente de la Institución Educativa Erasmo Donado Llanos del Municipio de Zambrano, galardonado por el Premio Compartir al Maestro 2016 y Premio a la Excelencia Educativa 2017, representó al departamento de Bolívar en el Foro Educativo 2020, organizado por el Ministerio de Educación Nacional, con la experiencia significativa “Educando para la Paz desde las Secuelas del Conflicto”, ubicándose entre las mejores 5 propuestas educativas para este año,  de las 288 prácticas pedagógicas significativas que participaron de todo el país.

El Foro Educativo Nacional 2020, Aprendizajes Significativos para la Vida, como principio orientador de una práctica pedagógica innovadora, pertinente, y contextualizada, es el encuentro académico más importante del sector educativo y el espacio de deliberación y construcción colectiva más grande que tiene el país, que surge como respuesta a la necesidad de poner sobre la mesa los temas de mayor relevancia en la agenda educativa, concebido por la Ley General de Educación (Ley 115 de 1994, Artículo 164), como un espacio para reflexionar sobre el estado de la educación y hacer recomendaciones a las autoridades educativas para su mejoramiento.

El catedrático, es Licenciado en Educación Básica y Normalista Superior, Magister en ciencias de la Educación de la Universidad de San Buenaventura, educador para la Paz con especialidad en resolución de conflicto a través del Instituto Paulo Freire de Berlín Alemania e INWENT International, sociedad consagrada a la tarea de desarrollar recursos humanos y organizaciones dentro de la cooperación internacional, representado por el Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ), el sector privado alemán y los Estados Federados.“Educando para la Paz desde las Secuelas del Conflicto”, está interiorizada en contribuir en la formación académica de los estudiantes a través de estrategias generadoras de paz y transformadoras de vida, especialmente en esta época donde la convivencia y las relaciones aún se encuentran en crisis convirtiéndose en un factor decisivo para el proceso de enseñanza y aprendizaje.

Wilson Cabeza Arroyo, dijo que luego de un análisis de estudio con los actores del proyecto, este consistió en rediseñar el currículo de acuerdo a los intereses de los estudiantes y al contexto como principios básicos, este análisis también arrojó la propuesta de dos componentes de trabajo, La pedagogía para la paz y la formación ciudadana y habilidades para la vida, además se propuso cinco categorías de estudios de acuerdo a los estándares de competencias y los lineamientos curriculares.

“Con esta propuesta he logrado romper esquemas culturales, generando prácticas de respeto y tolerancia, basada en tres líneas: Investigativa, el Diálogo, inspirado en la filosofía de Paulo Freire, pedagogo y filósofo brasileño, destacado defensor de la pedagogía crítica y el Teatro, inspirado en el teatro de Augusto Boal, dramaturgo, escritor y director de teatro brasileño, conocido por el desarrollo del Teatro del Oprimido, método y formulación teórica de un teatro pedagógico que hace posible la transformación social”, aseveró el educador.

Esta iniciativa nace en enero del 2017 después de los Acuerdos para la Paz suscritos por el Gobierno Nacional, como una segunda fase de un trabajo que se venía haciendo desde el año 2001, “actualmente estoy trabajando con niños y jóvenes hijos de víctimas de la violencia que flageló durante muchos años esta región de los Montes de María”, detalló el educador.

El maestro, agregó que cada una de estas estrategias están llenas de contenidos y actividades propuestas para cada grado, pues la experiencia se trabaja desde el grado sexto al grado once con un proceso de evaluación sistemática y continua, generado impactos sociales y académicos donde los estudiantes aprenden a convivir con los otros, poniendo en práctica los valores humanos, identifican problemas de su contexto en especial el escolar, proponiendo estrategias de prevención, puntualizó.

 

 

 

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