El Revellín de la Media Luna, una de las fortificaciones más importantes del sistema defensivo de Cartagena, fue demolido en 1883 por orden de la Ley 21 de ese mismo año. Este histórico bastión, construido en 1769, protegía el acceso terrestre a la ciudad amurallada. Su diseño incluía cañoneras, fosos de agua y puentes de madera, y era conocido como la “puerta de tierra”, ya que servía como único punto de entrada y salida para alimentos y mercancías esenciales para la ciudad.
Sin embargo, el crecimiento comercial y poblacional de Cartagena en el siglo XIX hizo que esta estructura, diseñada para la seguridad en tiempos coloniales, se volviera un obstáculo. Las estrechas puertas dificultaban el paso de carretas y productos, generando grandes congestiones. Ante las quejas de comerciantes y propietarios de fincas, se tomó la decisión de demoler el Revellín y otros tramos de las murallas para ensanchar vías y permitir un flujo más ágil.
La demolición no solo respondía a necesidades locales, sino también a una moda arquitectónica que surgió en Europa, donde muchas ciudades eliminaron sus murallas para expandirse. Esta tendencia llegó a América, y ciudades como La Habana y Santo Domingo también sacrificaron sus estructuras históricas en nombre del progreso. Cartagena, liderada en aquel entonces por el presidente Rafael Núñez, se sumó a esta ola modernizadora.
Aunque en su momento fue visto como un avance necesario, hoy se lamenta la pérdida de este importante símbolo histórico, que conectaba la ciudad con su entorno y representaba su legado militar y cultural.
Fuente. Cartagena A Capella.
Fotos. A quien corresponda.