El turbante amarrado, atado y retorcido tradicional de la mujer Afro es originario de África, aunque también se usa en el Medio Oriente y la India, y va más allá de una simple prenda de vestir, ofreciendo un sinfín de significados e historia.
Durante la época de esclavitud, todas las mujeres negras estaban obligadas a utilizar un pedazo de tela en la cabeza, porque tenían prohibido mostrar sus cabellos tan llamativos y rizados. Y, de este modo, ser reconocidas como mujeres esclavas, pasando a ser un símbolo de esclavitud, luego durante la colonización, utilizaban este tipo de envolturas para ocultar sus trenzados que se convertirían en su camino a la salvación o para guardar oro que les serviría para comprar su libertad y la de sus familias.
Años más tarde, mujeres empoderadas y libres se cansaron de que esto fuera un símbolo de esclavitud, y comenzaron a usarlo en un tipo denominado rodillero para mitigar el peso de la carga del agua y de las bateas, por ejemplo las Palenqueras en Cartagena que eran usadas para comercializar sus dulces y su gastronomía, y así comenzó a resurgir la puesta del turbante con otra interpretación y desde ese momento comenzaron a decorarlo con cientos de diseños, colores, estampados, estilos y formas.
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Poco a poco esta prenda fue evolucionando y en la actualidad, lo utilizan desde las niñas hasta las de mayor edad, como símbolo de resistencia e identidad, son muy comunes verlos en Cartagena, San Basilio de Palenque, y municipios aledaños a Bolívar, aunque están de moda hasta en las pasarelas como muestra de que el turbante no es solo de negros, sino de todo el mundo que quiera sentirse empoderada y llevarlo con mucha clase y altura.