Discurso prejuicioso en la pandemia

Los números relacionados con el Covid-19 están creciendo en América Latina, los estados y las grandes ciudades también están aumentando las restricciones en la cuarentena. Se ha extendido el período de aislamiento, el comercio está parcialmente cerrado y, ahora, la restricción de salida es de acuerdo al sexo. En Perú, Panamá y en Colombia, tanto Bogotá como Cartagena, han optado por definir días específicos para que hombres y mujeres vayan al mercado, farmacia u otras actividades de primera necesidad o urgencia. El objetivo es reducir aún más el número de personas en las calles y así evitar el contagio, que según las cifras aumenta de forma desproporcionada. Como ejemplo práctico, es algo así: las mujeres salen en días pares y los hombres en días impares.

¿Y cómo están los transexuales que todavía no tienen documentos actualizados con su sexo? Los organismos responsables han declarado que se respetará la identidad de género de cada persona. Lo que es perfecto en teoría; sin embargo, en la práctica, es un escenario para el abuso, acoso y en el peor de los casos, de violación, tanto para aquellos que inspeccionan la restricción como para el resto del público. En las redes sociales, incluso en Transmisiones de En Vivos de líderes de opinión, el tema se discutió con controversia. Pero no se hablaba sobre cómo se impuso la medida obligatoria, sino si la comunidad trans respetaría la determinación. La crítica era que ellas y ellos podían salir todos los días, a veces usando la figura femenina, a veces la masculina, en muchos casos, con un tinte sarcástico, burlesco y discriminatorio.

La historia nos dice que, en tiempos de presión y conflicto, el discurso de odio tiende a aumentar. Esto ocurrió en 2011, cuando los españoles culparon a los judíos de la crisis financiera, por el control del dinero y el poder. En 2015 y 2016, alemanes y escandinavos fueron en contra de sirios y africanos, cuando aumentó la llegada de los refugiados. Lo mismo ocurre con gran parte de los venezolanos que se encuentran habitando en Colombia; así como una actitud resentida al culpar a los chinos de la pandemia (sin evidencia), y sin ser suficiente, una parte de la población ahora ve a la comunidad trans a través de un supuesto privilegio, que se convierte en motivo de discriminación, también, basado en supuestos y en creencias en torno a la construcción de la identidad de género, como si esta fuera un juego para quienes han trascendido el binarismo.

Son actitudes como éstas, las que nos recuerdan la efectividad de la educación sexual en las escuelas. Una persona trans construye su identidad de género a partir de la manera cómo se siente, independientemente de su asignación genital. Una mujer trans no se levanta de la cama y piensa: hoy voy a ser hombre. Así no es como funciona. Una mujer trans es una mujer. Un hombre trans es un hombre. Esta comunidad ha sido excluida de varias maneras durante décadas, incluso por parte del gobierno. Justo ahora, en el momento en que toda la sociedad necesita ayudarse entre sí, es cuando el respeto y la inclusión pueden ser un factor posibilitador de nuevos escenarios en el que todos somos parte del mundo, y de la solución a un problema que afecta a todas y todos.

Diogo Cavazotti Aires, brasileño, periodista, maestría en Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario de la Universidad Católica de Colombia.

Juan José Cubillos Monje, colombiano, psicólogo de la Universidad Surcolombia. 

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