Por Osmarl Pulido Rodríguez
Quiero iniciar este escrito egoísta, con la frase que utilizo en mis momentos más especiales que me evoca a la persona más especial de mi vida; “Muchos años después frente el pelotón de fusilamiento habría de recordar el coronel Andrés Rodríguez, el día que su nieto logró marcar la vida de alguien como él lo hacía con cientos”, Hace un tiempo inicie una batalla en honor a la amistad, que la hice mi estandarte. En Colombia los médicos deben cumplir con un “Servicio Social Obligatorio”, para obtener su tarjeta profesional, y existen pocas excepciones a esta regla, insuficientes puesto que la realidad de Colombia de hoy es muy distinta a la de 1981 fecha en que se inició mediante la Ley 50 el SSO, regulada mediocremente a través de los años solo en beneficio de los intereses estatales.
Este panorama afecta a una nueva generación de médicos que, por sus capacidades, se dedican incansablemente al servicio de la educación, capaces de generar un cambio real en la medicina de Colombia; Por ejemplo, quién estudia medicina y no logra realizar el servicio por que una oportunidad de estudio toca sus puertas, y apuestan al conocimiento y tecnificación de sus prácticas, carecen de regulación y se viene vulnerando sistemáticamente derechos fundamentales de cientos de médicos en Colombia.
Las causales de exoneración están taxativamente dispuestas en el ordenamiento jurídico, sin embargo, resultan insuficientes ante la globalización, en especial de la educación. No se encuentran enmarcadas en la realidad social de Colombia y desconoce inclusive el proceso transicional por el cual atraviesa el país donde se requiere un incremento en el número de Talento Humano en el sector salud, para salir de la crisis en la que se encuentra el mismo.
Recientemente, me encuentro con la noticia que habría el Ministerio de Salud y Prosperidad Social conceder la primera exoneración del Servicio Social Obligatorio a mi más grande amigo. Que garantiza sus derechos, además de cumplir su siguiente meta profesional, después de alcanzar su meta de ser medico internista, convertirse en Cardiólogo, desde que lo conocí supe que era de esas personas llamadas a cambiar el país. Un ser humano con unas virtudes envidiables, una dedicación incansable y una inteligencia digna de genios, y que sus conocimientos estén limitados por las pretensiones burócratas y egoístas era algo que como abogado defensor no me permitiría pasar por alto.
La noticia llegó en un momento turbulento de nuestras vidas, ambos recientemente casado afrontando los desafíos de iniciar vidas maritales, también nuestras nacientes familias se vieron afectadas por las insuficiencias estatales producto del maltratado Estado por parte de la corrupción que ha cooptado nuestra sociedad.
No creíamos la noticia hasta que reconfirmamos consultando muchas veces la página del Registro Único Nacional del Talento Humano en Salud (ReTHUS), nuestra conquista ante el Ministerio, lograr la exoneración se ha convertido en la tranquilidad de un profesional en que ejercerá con pasión y tranquilidad, mejorará su calidad de vida y sin duda alguna, en un futuro no muy lejano lo veremos representar al gremio médico en alguna gesta investigativa.
Desde el principio, se trató de una lucha mancomunada que se convirtió en una disputa honor a la amistad, me llena de motivación para continuar buscando causas justas que defender, como lo he mencionado, siento un fuerte llamado por la vocación del servicio. Espero pronto emprender, nuevamente en la defensa de una causa justa y convertirme en esa persona de la que Andrés Rodríguez Quintana, mi abuelo, estaría orgulloso.