Indulgencias & Sobornos

«…a los falsos los destruye su hipocresía”. Proverbios 11: 13

Por Álvaro Morales de León

Desde los tiempos de la antigüedad, o mejor, casi desde los mismos inicios de la creación el hombre ha procurado el lavatorio de sus faltas, culpas o pecados a través de diversos procedimientos que le permitan arrepentirse y reconciliarse con Dios.

Para aquellos tiempos era la creencia que a través del sacrificio y derramamiento de sangre de un animal el culpable le transfería sus pecados a la inocente criatura permitiéndole a través de este procedimiento, según él, quedar absuelto y limpio de los mismos y así reiniciar en “cero kilómetros” sus maléficas actitudes.

Este procedimiento ceremonial conocido como expiación, como casi todas las cosas, se corrompió por parte de aquellos pecadores que desobedeciendo la entrega de la ofrenda del mejor de sus animales para su desagravio pecaminoso optaban por comprar por bajo precio defectuosos animales como se acostumbró en los tiempos en que se profanó El Tempo, la Casa de Dios, convertida por los mercaderes en una “Cueva de ladrones”.

Pasado el tiempo, y establecido el catolicismo, esta creencia religiosa de la expiación de pecados fue transformada en dogma en lo que se conoció como el pago de “Indulgencias”, negociación a través de la cual los ministros y sacerdotes de la Iglesia Católica se constituían en los administradores de la redención y perdonadores de pecados y maldades.

Transcurrieron los años y contra la bula o decreto pontificio que el Papa León X promulgó en su periodo comprendido entre 1515 y 1517 concediendo perdón de pecados a todos los fieles católicos que económicamente contribuyeran con la construcción de la Catedral de San Pedro, fue una de las doctrinas del catolicismo contra las que el 31 de octubre de 1517 se rebeló Martín Lutero dando inicio a la Reforma Protestante.

Pero pasados más de quinientos años y creyéndose superada esta página del paganismo religioso, la del pago de indulgencias para remisión de pecados, esta ha continuado siendo una práctica que persiste transformada en presuntas y “angelicales” acciones bondadosas a favor de corrientes religiosas que hoy no se limitan al catolicismo, sino que se ha extendido e infiltrado en otras confesiones de fe amparadas en el protestantismo, y las cuales bien podríamos ecauzar como clásicas acciones de soborno.

A raíz de la sonada judicialización y condena del señor Carlos Mattos, el ex distribuidor de la Hyundai en Colombia por los hechos de soborno con los que irrespetó a la administración de justicia colombiana buscando un ilegal favorecimiento, saltó a la palestra pública la recordación de aquel año 2000 cuando la Arquidiócesis de Cartagena al mando para ese entonces del Arzobispo Carlos José Ruiseco aceptó que el señor Mattos, para ese tiempo, aparentemente sin pecados ni culpas, aportara todo el dinero necesario para la reparación de los finos pisos de mármol de la Catedral  Basílica de Cartagena, Santa Catalina de Alejandría.

Los aportes económicos que hizo el señor Mattos, superiores a los 600 millones de pesos de la época, sirvieron para la restauración de los muros externos e internos de la Basílica, las columnas, los portones, el enrejado y hasta la limpieza de las curtidas y desgastadas piedras coralinas, quedando el señor Mattos Barrero, para esa época, “cero kilómetros” en cuanto a carga de pecados.

Para el año 1991, el sacerdote Rafael García Herreros, el famoso Padre de “El Minuto de Dios”, no escapó a la concesión de indulto a los pecados de Pablo Escobar cuando declaró y reconoció que no veía nada de malo ni pecado en la hacienda que para su obra misionera le regaló el temido narcotraficante, como lo reafirmó cuando dijo que el dinero con los que Escobar Gaviria contribuía a su obra pastoral se santificaban cuando pasaba por sus manos.

Finalmente, también es conocido de la construcción de la llamada “Catedral Protestante” de Barranquilla con dineros aportados por narcotraficantes y contrabandistas residentes en esa ciudad a quienes siempre le reservaban las primeras sillas en este recinto para eventos religiosos por sus gruesas donaciones “santificadas”.

*Columna de opinión. Las opiniones no representan los valores, conceptos y/o postura del periódico.

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