El técnico venezolano César Farías, fue claro en la última rueda de prensa con los medios de comunicación, y aseguró que los resultados son su prioridad por la grandeza del Junior. “Necesito sacar los resultados porque estoy en un equipo ganador, pero sin trabajo no hay victoria. En el último partido sufrimos dos lesiones que nos mermaron, la falta sobre Enamorado era roja pero no había VAR, ese cambio y el de Yairo nos obligó a hacer cambios en lo táctico, pero para el siguiente partido de la llave los vamos a corregir, con cada sesión de trabajo vamos mejorando”. Fue claro el estratega, que también sacó tiempo para aclarar un rumor que corría por las calles de Barranquilla sobre supuesta indisciplina de un jugador. “Sobre el joven que fue a una fiesta en su día de descanso, quiero aclarar que sucedió antes de que yo llegara, ese día no fue convocado y fue a una fiesta en su día libre, mi deber aquí con los jugadores no es de acabarle la carrera a nadie, por el contrario debo guiarlos para que sean profesionales dentro y fuera de la cancha”. Finalmente, Farías, también tuvo elogios para su plantel y el trabajo psicológico que vienen adelantando para fortalecer mentalmente el grupo. “El trabajo con el sicologo me alegró mucho porque ademas de profesionales son un grupo de amigos, el día del partido que es realidad de juego, para llegar bien a un cuadrangular tenemos que levantar las cargas físicas ahora y estamos en ello”. Concluyó el técnico.

En medio de una Cartagena marcada por la división social a finales del siglo XIX, surgieron tres barrios que albergaron a la clase trabajadora: Boquetillo, Pekín y Pueblo Nuevo, sectores que nacieron de la necesidad de quienes con escasos recursos, construyeron sus hogares junto a las murallas del centro histórico. El inicio: Barrios olvidados desde el principio Siendo así, entre 1885 y 1939, Pekín, Pueblo Nuevo y Boquetillo se asentaron en terrenos fuera de las murallas, en la franja que hoy ocupa la Avenida Santander, sin embargo a pesar de ser barrios distintos eran similares, en este sentido:  las viviendas eran humildes, algunas de madera, barro y bahereque, otras de bloques de cemento con techos de zinc o de palma. El desarrollo: Comunidades trabajadoras y resilientes Eso en cuanto a las viviendas, pero hablando de los habitantes de los barrios “extra muros” eran trabajadores de oficios humildes, como pescadores, zapateros, albañiles y lavanderas, pero como todo buen cartagenero, a pesar de la situación vulnerable que vivían fueron comunidades vibrantes, pues celebraban festividades como los carnavales en Pekín, donde la comunidad se reunía para disfrutar al son de la música.  El final: Desalojo y desaparición Pero, no fue hasta en 1936, donde llegó el final de estos caseríos, cuando el alcalde Daniel Lemaitre Tono, en coordinación con la Sociedad de Mejoras Públicas de Cartagena, lideró el desalojo de sus habitantes, que posteriormente fueron trasladadas a Canapote, una zona que carecía de salubridad y plagada de mosquitos, lo que provocó una grave epidemia de malaria que cobró numerosas vidas. Fuente: Blogs El Universal.