“Vamos a ser más visitados que las Islas del Rosario”: el sueño del Hotel Villa Martha que inició con una olla de sancocho

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Hace casi 40 años, Martha Lucía Cardona subía a diario en un bus desde El Pie de la Popa hasta Arjona. En cada trayecto, mientras cruzaba la zona de Turbaco, le pedía al cielo con determinación: “Señor, regálame un buen pedazo de tierra aquí”. Aunque no tenía dinero, ni tierras, ni medios, tenía una fe inquebrantable y una visión clara.

Un día se enteró de que estaban vendiendo un terreno por 10 millones de pesos. Ella solo tenía ocho. Sin dudarlo, ofreció su moto como parte del pago, y el dueño aceptó. Su esposo cumplió su promesa y puso la finca a su nombre. Así nació Villa Martha, con solo cambiar dos letras a su antiguo nombre. El sueño empezó a materializarse.

En ese entonces, no había comodidades. Dormía en una casita pequeña que hoy es la casa del mayordomo, cocinaba al aire libre y oraba desde un kiosquito rústico, declarando con convicción: “Aquí voy a hacer una casa grande, aquí unas piscinas, aquí unas cabañas”. Visualizaba, dibujaba y hablaba con Dios desde la terraza de su hogar, mientras criaba a sus tres hijas en medio del campo.

“Mi esposo me decía: ¿y te vas a ir sin carro?, y yo le respondía: ¿acaso nací con carro? A mí siempre me encantó el campo”, recuerda entre risas. Cuando logró construir la casa, su esposo le puso un Renault en el garaje que para ella fue “como un Ferrari”. Y desde allí, como Alicia en el país de las maravillas, siguió soñando.

No tenía dinero para construir las piscinas ni las nuevas cabañas, pero tampoco tenía miedo. Hipotecó la finca, pidió préstamos, enfrentó críticas y desconfianza. “Marta, allá no va nadie”, le decían. Pero ella sabía que estaba respaldada por el ejército más grande: el del cielo.

Hoy, el Hotel Campestre Villa Martha es un refugio familiar en el corazón de Bolívar. Con cabañas, piscinas, jardines y espacios para el descanso, se ha convertido en uno de los destinos más concurridos de la región. Los fines de semana está lleno. Papás, mamás, hijos, nietos y abuelos se reúnen allí para celebrar la vida.

“Jesús vino al mundo a formar una familia, y eso es lo que yo soñé: un lugar donde las familias puedan encontrarse, reír, descansar. Eso es Villa Martha”, dice con orgullo. En 2010, el hotel fue galardonado con el Award al mejor sitio campestre turístico de Colombia, premio que recibió en Punta Cana, en representación de todo su equipo. “Mis colaboradores son mis socios del sueño”, afirma.

Hoy cuenta con convenios con Comfenalco, Comfamiliar, la Policía, los Bomberos, la Sociedad Portuaria y empresas como Argos y Ecopetrol. Han realizado eventos de hasta 1.200 personas. Y Marta no se detiene: ya proyecta construir 30 nuevas cabañas, con carritos de golf incluidos.

“Ten la seguridad de que esto va a ser más visitado que las murallas del Castillo de San Felipe o las Islas del Rosario. Como vi todo esto antes de tenerlo, ya estoy viendo lo que viene”, afirma con la misma fe con la que comenzó.

Su mensaje final es claro:
“Cuando el miedo te ataque, no le creas. El miedo no viene de Dios. Llénate de valentía, clama, y verás cosas grandes. La fe es la certeza de lo que no se ve, y Villa Martha es la prueba de que soñar vale la pena.”

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