Suenen trompas en honor al Rey de la champeta

Por Carlos Monterrosa

Más contento que de costumbre, así se veía Jorge, un empresario cartagenero de 68 años que junto a su familia asistió el 21 de enero por primera vez a un evento de pick up o, más bien, “picó” como nosotros españolizamos los bailes organizados en los barrios populares, donde con grandes máquinas de sonido se desata la alegría de cientos en Cartagena y todo el caribe.

En esta oportunidad fue distinto, en el corazón del Centro Histórico, en pleno baluarte del Reducto una fortificación que data de 1631  cuya construcción buscaba atender la realidad de una urbe en plena extensión gracias a su papel protagónico para el  comercio del mundo occidental; y hoy el destino revalida su papel al recibir a  uno de los grandes protagonistas de la champeta, la Organización Musical Rey de Rocha (OMR), quien ha escrito y seguirá escribiendo páginas valiosas  de la cultura musical del país, para hacer historia al lograr que cientos de personas vestidas de blanco, algunas de ellas, como es el caso de Jorge, asistieran por primera vez a una fiesta de pico.

La alegría colectiva fue desbordante, y tanto propios como foráneos disfrutaron al unísono, toda la música que el Rey de Rocha  como popularmente se le conoce, se encargó  que sonara para contarle a toda Cartagena, como muchas de sus letras relatan el quehacer diario de muchos ciudadanos del caribe colombiano, que al verse reflejados en ellas no hacen más que corearlas a viva voz, pero este momento de efervescencia no estaría completo sin la presencia de los animadores, la familia Iriarte, que a sabiendas de la gran responsabilidad que representaba amenizar  un evento para quienes nunca antes los han acompañado, brindaron un espectáculo inolvidable, lleno de emotividad y agradecimiento a la ciudad que los acoge y recibe como protagonistas de su desarrollo reciente.

De esta manera, el 21 de enero de 2023 quedará marcado como el día en que  Cartagena de Indias, vio con sus propios ojos cómo las murallas, un símbolo de protección e historia viva del corralito de piedra, recibía a quien hoy tiene la responsabilidad de acompañarla en la tarea de ser un símbolo de cohesión social y cultura ciudadana.

Ahora viene la parte más difícil de la misión y es lograr que las trompas, tal como lo dice Daniel Lemaitre en esas letras  consagradas como himno de Cartagena,  suenen en honor a la champeta y sus máximos exponentes, que gracias su propio esfuerzo y dedicación, constituyen el único elemento con el suficiente cariño y aprecio colectivo para lograr construir una identidad de ciudad, en la que todos se sientan parte. Sin duda, en esa tarea el Rey nos necesita a todos.

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