“No le teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma”
Por Alvaro Morales de León
Hablar de sicarios es hablar simple y llanamente de asesinos a sueldos que como tales existen desde la antigüedad, desde la época de Julio César cuando en Roma apareció el término sicarius para llamar a estos asesinos pagados.
Los relatos históricos dan cuenta que una de las primeras acciones sicariales de las que se tiene noticia procede de una muy bien organizada secta religiosa formada por hombres de las clases bajas durante la rebelión de los celotes en la llamada Tierra Santa cuyo accionar se caracterizó por ejecutar a sus enemigos a plena luz del día, de preferencia durante las festividades en Jerusalén.
Por cuenta de estos asalariados “matones” integrantes de bandas delincuenciales conectadas con el narcotráfico y con desalmados prestamistas conocidos como “pagadiario”, principalmente, es que en Cartagena las cifras de asesinatos vienen en vertiginoso crecimiento.
En Cartagena, de acuerdo a cifras de la Policía, hasta el mes de julio del presente año. dentro de los 200 homicidios registrados, 126 corresponden a homicidios por sicariato, lo que equivale al terrorífico y preocupante guarismo del 63% por esta causa.
Solo en este mes de julio, sigue informando la Policía, de los 26 asesinatos ocurridos en la ciudad, 12 corresponden a sicariatos ejecutados por asesinos a sueldos que para ejecutar su macabra tarea emplearon motos como medio de transporte.
Según investigaciones sobre este tipo de criminalidad en Cartagena, la causa principal de los casos de sicariato en la ciudad es el enfrentamiento entre bandas criminales al servicio de carteles de traficantes de drogas que compiten por el negocio del microtráfico y por el control de las “ollas” de expendio y las rutas de esta ilícita actividad.
Estas acciones criminales de sicariato unidas a otros hechos delincuenciales que de igual manera se vienen incrementando en Cartagena tienen en jaque al gobierno, a la ciudad y a las autoridades policiales sin que se conozcan procedimientos ni resultados satisfactorios encaminados a garantizar la seguridad de la ciudadanía.
Los 126 hechos sicariales ocurridos en Cartagena hasta julio del presente año, unidos a los 109 reportados en el mismo periodo durante el pasado año 2021 han llevado a que el alcalde William Dau haya insistido ante el gobierno nacional para el envío de asistencia militar a la ciudad con el fin de desvertebrar las bandas criminales que nos han llegado para mover y controlar el negocio del microtráfico, especialmente en zonas estratégicas como la Torre del Reloj y sitios aledaños al Centro Histórico.
También estudios del por qué del incremento de la inseguridad en la ciudad concluyen que bandas criminales llegadas a la ciudad lo hacen al ser atraídas por el control de las rentas ilegales, el micro y narcotráfico aprovechándose de las condiciones de desigualdad y pobreza extrema presentes en nuestra población vulnerable.
Aunque los hechos sicariales sean los más notorios, la criminalidad de Cartagena también está representada, y en altas cifras, en homicidios no sicariales, extorsiones, hurtos y secuestro exprés, entre otros.
El gobierno distrital de Cartagena y la ciudadanía en general espera que la nueva cúpula de la Policía Nacional recién nombrada por el Presidente de la República nos ayude para que Cartagena vuelva a ser ese remanso de paz que en un tiempo fue, como en aquellos tiempos en que la prensa local, ante la ausencia de crímenes y otros delitos, tenía que “inventarlos” para atraer a los lectores.