¿Qué tiene que ver el bullerengue con negros cartageneros que huían de la esclavitud?

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el bullerengue emerge como un símbolo de resistencia y autenticidad cultural. Este género musical y danza, ejecutado principalmente por los descendientes de los cimarrones que habitaron San Basilio de Palenque, se considera una joya de la herencia afrocolombiana. Originaria de las zonas aledañas al Canal del Dique, cerca de Cartagena. Principalmente en la zona de Barú. El bullerengue se habría difundido entonces hacia los territorios de Córdoba, Sucre y posteriormente hasta Urabá a través de migraciones.

El bullerengue, con sus raíces en los poblados constituidos por negros que huían de la esclavitud, se caracteriza por su danza cantada, en la que exclusivamente mujeres participan. En sus inicios, los esclavos fugados empleaban tambores hembra y llamador, utilizando la bulla de tambores y palmas como una forma de celebrar su libertad y resistencia. Esta tradición permaneció en gran parte oculta durante más de un siglo.

No fue sino hasta las últimas cuatro décadas que el bullerengue comenzó a recibir la atención y valoración que merece. De ser una práctica cultural marginal, ha emergido como un producto cultural de exportación, reconocido tanto en el ámbito nacional como internacional. Su interpretación, en gran medida preservada por mujeres mayores a través de la tradición oral, destaca la importancia del papel femenino en la conservación de esta forma musical ancestral.

El bullerengue, nacido de las represiones sufridas por los esclavos, refleja un profundo relato de resistencia y resiliencia. Durante la época de la esclavitud a las mujeres solo se les permitía hacer música en ausencia de hombres, lo que posiblemente contribuyó a la creación de una forma musical genuinamente femenina. Esta característica única del bullerengue no solo celebra su herencia cultural, sino que también ofrece una narrativa rica de sucesos personales, culturales y sociales.

Hoy en día, el bullerengue no solo preserva la memoria histórica de sus ancestros, sino que también continúa evolucionando como una expresión artística que honra la libertad, la identidad y la resistencia de la comunidad afrocolombiana. Su reconocimiento creciente subraya la importancia de valorar y preservar las tradiciones culturales que dan forma a la identidad de una región y un pueblo.

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