Por Álvaro Morales de León
“El que tiene salud, tiene esperanza; el que tiene esperanza, lo tiene todo”, Proverbio Árabe.
No se podrá desconocer que a pesar de sus fallas el advenimiento de la EPS permitió un mayor acceso a los servicios de salud de acuerdo a los lineamientos establecidos en ese nuevo Sistema de Seguridad Social donde se incorpora como uno de sus principales fundamentos, la equidad, como forma de garantizar la prestación del servicio con igual calidad y oportunidad a todos los colombianos, independiente de su capacidad de pago.
Antes de las EPS, en Colombia, el acceso a los servicios de salud, aunque era muy precario, la atención propiamente dicha que se recibía de parte de un facultativo en un centro hospitalario, era, por decir lo menos, muy satisfactoria y de calidad, pero por la cual había que pagar, y los que no tenían con que hacerlo se les atendían bajo el modelo que se conoció como “atención de caridad”.
Para muchos entendidos en la materia, el modelo de atención en salud implementado en Colombia y copiado del modelo chileno, y que se da en virtud de lo establecido en la Ley 100 de 1993, es el mismo modelo que otros países, en su mayoría, latinoamericanos, han implementado, y que no es que sea el mejor, pero tampoco es el peor.
Pero en Colombia, el modelo que se aplica, el de las EPS e IPS, muy a pesar de sus establecidas bondades, es un sistema proclive a la corrupción y al desvío y malversación de los recursos financieros que se captan de parte del gobierno central y de parte de los cotizantes.
La corrupción y malversación de los recursos financieros ha llevado a que la entidad rectora de la Salud, la Superintendencia, haya intervenido y liquidado más de una EPS.
El electo presidente de Colombia, Gustavo Petro, como lo anunció en su campaña, en cuanto a salud, se propone en su gobierno, en esencia, no sólo hacer mucho más accesible este servicio para todos los colombianos, sino, además, hacerlo un servicio más eficiente y de mejor calidad.
Entre las cifras que preocupan al electo presidente esta la precariedad en el actual indicador de atención médica en Colombia, el cual está en 1.2 médicos por cada mil habitantes, indicador muy inferior a la media de 3.4 que registra la OCDE, lo que repercute en una excesiva carga laboral para los médicos y todo el personal de la salud.
El próximo presidente de los colombianos, se propone, en cuanto al Sistema de Salud, dar un viraje hacia un sistema público que no dependa de la capacidad de pago, de la rentabilidad económica ni de la intermediación administrativa y financiera, se propone también potenciar la industria farmacéutica, involucrar los saberes ancestrales, implementar la política de “médicos al hogar”, enfatizar en la medicina preventiva y en mejorar las condiciones laborales del personal de la salud.
También buscará el nuevo gobierno eliminar la intermediación que a través de las EPS se da en el manejo y administración de los recursos financieros que deben ser trasladados a las IPS en este Sistema de Salud, intermediación considerada como el núcleo de la corrupción y de los malos manejos.
En este punto, considerado uno de los más importantes de la reforma, la propuesta del nuevo Presidente está encaminada a girar directamente a las IPS, o sea, a las clínicas y hospitales los recursos financieros del gobierno nacional, o sea, los que se giran a través del ADRES, la Estatal Administradora de los Recursos del Sistema General de Seguridad Social en Salud.
En el nuevo modelo de salud que se propone se garantizará el derecho fundamental a la salud a través de un sistema único, público, universal, preventivo, participativo, descentralizado e intercultural, atendiendo lo ordenado en la Ley 1751 de 2015, la Ley que reglamentó el Derecho Fundamental a la Salud.
Finalmente, con mucho acierto, el presidente Petro enfatizará su reforma en salud en el modelo de la medicina preventiva y en hacer de la salud un servicio para la vida y no para el negocio.
*Columna de opinión. Las opiniones no representan los valores, conceptos y/o postura del periódico.