¿Para cuándo otro “Juancho Arango”?

«No tomar decisiones es peor que cometer errores”, Carlos Fuentes.

Por Alvaro Morales de León

«Vuelve el perro a su vómito», y “vuelve la puerca recién bañada a revolcarse en el fango”, así, este proverbio lo empleó y dejó escrito para la eternidad el apóstol Pedro para expresar su dolor y decepción con aquellos de su tiempo que habiendo conocido la Verdad no tuvieron ningún inconveniente ni escrúpulos en regresar a todo aquello que es injusto, corrupto y esclaviza al hombre, como es lo que viene sucediendo en Cartagena con su lamentable e infeliz condición de ciudad identificada mundialmente como un inmoral y pervertido destino sexual, al cual no parece encontrársele solución.

Muchas, demasiadas han sido las denuncias y las páginas que se han escrito sobre la explotación sexual de menores en Cartagena y sobre el impúdico y grotesco espectáculo del ejercicio de la prostitución que aunque no ilegal se da en plazas y calles del Centro Histórico de Cartagena, principalmente, sin que de esta práctica se excluyan sitios de la ciudad bien identificados como sector de El Amparo y los alrededores de los Estadios en Escallón Villa.

Para nada han valido ni servido las intervenciones de la Policía, ni de organismos estatales, ni de la alcaldía de Cartagena tratando de ponerle fin, o por lo menos reubicar a las trabajadoras y trabajadores sexuales, y con ella erradicar la criminalidad que genera esta actividad que también prostituye espacios consagrados de la historia de la ciudad., pero todo es como estar” lloviendo sobre lo mojado”, como dice el refrán.

Reiteradas denuncias involucran a camuflados voceadores de planes turísticos que circulan por el Centro de la ciudad y el sector turístico como los principales agentes de la explotación sexual de niños y niñas ofreciéndolos a través de catálogos digitales a desvergonzados turistas, a los que también les hacen la oferta de drogas alucinógenas.

Sobre este bellaco acontecer pareciera que tanto la alcaldía de Cartagena, como la Policía y todas las entidades públicas que algo tengan que ver con esta problemática, tuvieran complacencia, ya que es poco o nada lo que hacen.

Pero el asunto de la explotación sexual y la oferta pública de la prostitución, la criminalidad y el microtráfico en las calles del Centro Histórico de Cartagena que atrae a cierto tipo de turismo nacional e internacional es una condición muy incómoda, penosa y hasta vergonzosa para los raizales cartageneros que con el corazón arrugado y los sentimientos destrozados les toca transitar por estos sitios históricos convertidos en peligrosos antros delincuenciales.

De verdad es que ante toda esta deprimente situación no le vendría mal a la ciudad que el espíritu o el alma del oftalmólogo y colosoano exalcalde de Cartagena, el excéntrico Juancho Arango, se encarnara en el alcalde, el de ahora o en cualquiera de los que vengan, para que más temprano que tarde los invada del ímpetu que tuvo como mandatario para atreverse, con carácter y entereza, erradicar a “Tesca”, la famosa zona de tolerancia de la ciudad que por muchos años funcionó en lo que hoy es el barrio El Líbano.

La actuación de Juancho Arango, aunque fue contundente no fue la solución al problema, ya que la misma produjo una sobreviniente dispersión de este oficio sexual por toda la ciudad.

Finalmente, de “Juancho Arango” hay que tomar la contundente decisión de erradicar estos sitios de lenocinio encausado por la protección a los jóvenes escolares del naciente SENA de los Cuatro Vientos, vecinos de la mencionada Zona de Tolerancia; y de este hecho tomar, para evitar que se repita, la inesperada experiencia de la diseminación del oficio por toda la ciudad.

*Columna de opinión. Las opiniones no representan los valores, conceptos y/o postura del periódico.

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