“Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”. Ryszard Kapuscinski
Por Álvaro Morales de León
Al igual que se dice de las guerras que en ellas “la primera víctima es la verdad” así mismo bien podríamos decir de las campañas políticas, donde no sólo es víctima la verdad sino, además, también es víctima todo lo serio, todo lo decente, todo lo respetuoso, toda cortesía, y hasta toda consideración que hoy a través de lo que bien podríamos llamar medios masivos de manipulación se difunde sin ningún reparo ni escrúpulo; y no me refiero a las redes sociales, ni a las llamadas “bodegas”, no, me estoy refiriendo a los medios radiales, televisivos y hasta los portales informativos.
De lo que en tiempos de dignidad, en 1823, llamó el político británico Thomas Macaulay como “Cuarto Poder” por su acomodo e importancia en el Parlamento junto al ejecutivo, al legislativo y al judicial, hoy, con absoluta claridad y firmeza tenemos que decir que de aquello del cuarto poder no es que quede poco, sino que nada ha quedado.
Los otrora equilibrados e imparciales medios masivos de comunicación dejaron de serlo para convertirse en lo que son hoy, medios masivos de manipulación al servicio no de la verdad y la objetividad sino al servicio de los intereses políticos y económicos de sus propietarios o grupos empresariales que con desinformación constante buscan crear entre quienes los siguen una verdad de un hecho inexistente utilizando para ello a periodistas que por la paga se prestan para todo tipo de infundios actuando en contra de los principios que rigen al verdadero periodismo.
Las campañas políticas de 2022 fueron quizás, hasta ahora, la mayor expresión, el clímax, de las mentiras, los ataques, las injurias, las calumnias y las difamaciones desmedidas contra el aspirante o candidato que no sea de los afectos políticos o personales del dueño del medio, el que le paga al periodista.
En Colombia las diferencias y los intereses políticos y económicos de los gremios y los grupos empresariales se han trasladado a los medios de comunicación, a los de manipulación, podríamos decir, mejor, al punto que son unos, poderosos, los que son dueños y manejan los medios escritos, los periódicos y revistas; otros, igualmente poderosos, los que manejan los medios televisivos y radiales, y otros, no menos poderosos, lo que manipulan la información a través de los llamados Portales.
¿Ante todo esto, quien podrá ponerle orden a este disparate en los medios de comunicación? ¿Será posible que en Colombia algún día se llegue a cumplir la máxima del periodista argentino Tomás Eloy Martínez, que “Preguntar, indagar, conocer, dudar, ¿confirmar cien veces antes de informar deben ser verbos capitales del periodismo”?
*Columna de opinión. Las opiniones no representan los valores, conceptos y/o postura del periódico.