España no pasa por sus mejores momentos. Desde la crisis económica de 2008, el país ha atravesado una larga tormenta por un desierto de complicaciones. Cuando empezaba a levantarse cabeza y se comenzaba una dinámica constructiva y de crecimiento, llegó la pandemia del coronavirus en 2020 y volvió a obligar a toda la sociedad a dar varios pasos atrás. Después de esto, cuando volvía a esclarecerse todo y se atisbaba la nueva normalidad, estalla el conflicto entre Ucrania y Rusia.

Esto no solo complica las cosas a las empresas y los trabajadores, también complica las cosas a nivel sentimental. La incertidumbre por el futuro, las complicaciones que surgen en el día a día, las situaciones que se tensan entre las parejas debido a un entorno excesivamente negativo e incierto, provoca que se esté volviendo a escuchar con más frecuencia esa frase tan temida en muchas relaciones: Me quiero separar.

La tasa de divorcios vuelve a elevarse

Los divorcios se habían estabilizado e incluso reducido a lo largo de 2020. Los datos eran un mero espejismo causado por el miedo a no saber a qué o dónde acudir. En muchos matrimonios, es solo uno de los miembros de la pareja el que trabaja, sobre todo en ese año en el que tantas empresas se vieron obligadas a cerrar y otros tantos trabajadores se vieron envueltos en los problemáticos ERTE. Esto causó cierto temor al futuro, a pensar en perder un empleo y encontrarse en malas condiciones económicas.

Esto, propició otra de esas frases que tanto suenan cuando se plantea la idea del divorcio: Si me separo no tengo donde ir. Aunque es algo totalmente erróneo, fue el primer motivo por el que las separaciones frenaron durante ese año. Eso, y verse obligados a vivir un confinamiento que impedía tramitar cualquier separación o divorcio con cierta normalidad.

Llegó 2021 y la situación explotó. Todas esas parejas que estaban aguantando la tormenta de la pandemia empezaron a tomar la decisión de no seguir adelante con algo que no funcionaba. Si bien es cierto que se puede hablar incluso de cierto fenómeno social que llevó a muchas personas a volverse algo más conflictivas con amistades, familiares o conocidos, dentro de las relaciones de pareja también se puede hablar del fenómeno de las separaciones. La liberación causada por una pandemia que amainaba hizo que las demandas de divorcio aumentaran.

Ahora, en pleno 2022, las solicitudes, lejos de disminuir, muestran señales de aumento. Es algo que puede deberse también a la vuelta a la normalidad, o al menos a la que había hasta que explotó el conflicto mediático que ocupa los titulares día sí y día también. Eso, ahora se ha sumado a una serie de huelgas en sectores clave que vuelven a llevar a la sociedad a una situación crítica y que, de nuevo, vuelve a crispar las cosas entre las parejas. La diferencia es que, ahora, no hay miedo al divorcio. A lo que hay miedo es a aguantar más una relación sin futuro.

¿Puede un divorcio ser fácil?

El proceso de la separación nunca es sencillo, sobre todo si las dos partes entran en conflicto directo. Sin embargo, desde hace varios años, existen modalidades de divorcio pensadas para que todo sea lo más sencillo posible: los divorcios amistosos y los divorcios exprés. Estos últimos son los más rápidos y económicos, aunque tienen como requisito adicional que no haya hijos menores de edad a cargo del matrimonio. Los otros, en cambio, sí contemplan esta posibilidad y la diferencia de tiempo de todo el proceso con respecto a los exprés no es tanta.

Estas opciones se caracterizan también porque, en lugar de tener que buscar un abogado para cada cónyuge, uno solo puede llevar los dos casos juntos. Sigue siendo necesario que haya un convenio regulador, pero se entiende que, al proceder por esta vía, el ya antiguo matrimonio lo tiene más fácil para establecer algo sin que surjan conflictos.

Todo esto plantea un escenario más accesible y eso, combinado con la mayor facilidad para encontrar información en la materia, como para dar con abogados especializados en divorcios, está también impulsando las solicitudes y demandas de divorcio. Las personas ya no están sometidas a los prejuicios de antaño, y más ahora, que parece que encontrar la felicidad es cada vez más complicado debido a la complicada situación global que se está viviendo. Lo último que desean es vivir atadas a alguien que les resta en vez de sumar.

Los divorcios pueden ser fáciles, enormemente fáciles; pero, como hemos dicho, también pueden complicarse. En estos casos, se debe proceder ante un juez, con diferentes abogados y con las negociaciones de un convenio en el que cada parte buscar apurar al máximo. Desafortunadamente, este modelo es el más habitual cuando se trata una separación de este tipo, aunque, por suerte, los procesos son cada vez más eficientes y cortos y, por lo tanto, menos dolorosos.

La tendencia apunta a mantenerse en alza

Estamos en un momento de completo cambio a nivel internacional y nacional. Esto también está afectando a las relaciones, como decíamos. Por ahora, aunque los divorcios van en aumento en estos meses, las cifras se asemejan a las de 2021. No obstante, con la cantidad de información disponible, lo crítica que se está volviendo la situación y la enorme revolución social que se está viviendo a todos los niveles, se estima que la tendencia de solicitudes de divorcio comience a elevarse mucho más que antes.

Es difícil prever cómo acabarán los datos al cierre de 2022, aunque también es difícil prever cómo acabará este año. El mundo no ha parado de cambiar en el último lustro, y no parece que vaya a detenerse en ningún momento. Por eso, cuesta intuir todo lo que puede acabar sucediendo próximamente. Al menos, los indicios que se observan apuntan a más matrimonios que se separan en busca de la felicidad por cuenta propia, a más abogados teniendo que ejercer para defender los derechos de estas personas que buscan nuevos caminos.

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