Por Alvaro Morales de León
En el lenguaje coloquial de Colombia estamos acostumbrados a entender por “rasquiñita” como el sinónimo de rencilla, conflicto o discordia que una persona tiene con otra por causas diferentes como molestias, envidia, oposición, antagonismo, pero casi siempre por rivalidad, así son las rasquiñitas, entre otras cosas, casi interminables por parte de quien la siente.
La rivalidad, dependiendo de cómo se manifieste y de su grado de intensidad puede acabar convirtiéndose en una enemistad declarada que da lugar a prácticas poco loables para garantizar la superioridad de un bando sobre el otro o de una persona sobre otra.
Este estilo de “rasquiñita” es el que hace ya largo tiempo viene evidenciándose en nuestro país por parte de algunos expresidentes, no todos, frente al gobierno de turno que no sea de sus afectos, también frente al gobierno que no se deja “manosear” por parte del exmandatario “rasquiñoso”.
De nuestra reciente historia política tenemos que excluir de este modelo incómodo que busca entorpecer al Presidente que gobierna, al conservador expresidente Belisario Betancur. quien después que en 1986 terminó su periodo de gobierno nunca intervino, opinó o quiso estorbar a los gobiernos que lo sucedieron.
Belisario Betancur, contrario a los incómodos actuales expresidentes, después de terminar su mandato no sólo se alejó de la política, sino que además se dedicó a las Letras, al periodismo, a la docencia y al arte.
Aunque lo que también podríamos decir de los expresidentes Virgilio Barco y Ernesto Samper, la de no intromisión en los gobiernos, cosa que lastimosamente no podemos decir de los actuales exmandatarios Andrés Pastrana, Cesar Gaviria, Alvaro Uribe, e Ivan Duque.
Parece que estos expresidentes no comprendieran que ya ellos tuvieron su oportunidad de gobernar y que el mayor servicio que pueden prestar a la Patria es colaborar con los gobiernos en vez de estar indisponiendo y molestando al Presidente de turno o estar organizando marchas en su contra o sometiendo a la bancada parlamentaria de sus Partidos a sus caprichos personales o a todo aquello que les represente beneficios políticos y económicos.
De estos tres expresidentes, es el conservador Andrés Pastrana el que con sus 69 años de edad y con un largo “rabo de paja” no deja de actuar y de expresarse de la manera más “ácida” contra el actual gobierno, olvidándose que su padre Misael Pastrana quien entre los años 1970 y 1974 gobernó al país habiendo sido elegido de manera fraudulenta.
Pero algo tan grave como este fraude en las urnas fue lo que también hizo el padre de Andrés Pastrana como Presidente, acabar con los créditos blandos que a través del Banco Central Hipotecario podían obtener trabajadores, la clase media y la población en general para adquirir vivienda nueva pagando cuotas muy bajas y sin incrementos, para pasar al asfixiante, oneroso sistema del UPAC que nunca terminaba de pagar.
Pero lo más insólito e inconcebible de este resentido expresidente, Andrés Pastrana, quien con Duque se disputa el título de ser el peor presidente de que ha tenido Colombia en toda su historia, fue la carta que con motivo de la reciente visita del presidente Petro a Washington envió al presidente Biden diciéndole de manera mentirosa que Petro había legalizado la cocaína en Colombia con la prohibición de las aspersiones con Glifosato a los cultivos ilícitos.
En dicha carta del 17 de abril Pastrana también le expresó a Biden, de manera mentirosa, que el presidente Petro estaba haciendo acuerdos con los Carteles del Narcotráfico y estaba estimulando los cultivos de coca; y le añadió que Petro en campaña le había ofrecido cielo y tierra a los narcotraficantes y además, que había pactado votos con la más densa corrupción colombiana.
Finalmente, de Uribe y de sus incisivos acólitos como la Cabal, la Holguín y la Paloma podríamos decir lo mismo que de Pastrana, la viudez de poder “los tiene locos”, nunca pensaron que lo perderían y eso no lo soportan ni aceptan, olvidándose de lo malo y corrupto que fue el gobierno de su copartidario expresidente, Iván Duque.