Dos alternativas, un camino

«Mira, yo he puesto hoy delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal”, Deuteronomio 30:15

Por Álvaro Morales de León

Desde la Constitución del 91 es esta la segunda ocasión que en Colombia se enfrentan, en la final, segunda vuelta, dos corrientes ideológicas diametralmente opuestas buscando llegar a la Casa de Nariño. La primera fue en el 2018 cuando Gustavo Petro Urrego, en representación de la Colombia Humana, obtuvo 8.04 millones de votos que no le alcanzaron para derrotar a los 10.3 millones que obtuvo Iván Duque en representación del derechista partido Centro Democrático, el de Uribe.

En esta nueva ocasión, en razón a no lograr superar el mínimo de votos requeridos para ganar en primera vuelta, Gustavo Petro, en representación del progresista Pacto Histórico habiendo superado a Rodolfo Hernández, el de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, irá a segunda vuelta.

El pueblo colombiano, o mejor, el pueblo que cumple con el sagrado deber de votar, el cual no es superior al 55% de los habilitados para hacerlo, tiene por delante la oportunidad de escoger entre dos opciones completamente antagónicas, una corriente progresista y otra totalmente confusa.

Petro, el ganador de la primera vuelta, y una de las alternativas para llegar a la Casa Presidencial, es un candidato progresista que con talla de estadista propone cambios fundamentales y profundos en la sociedad colombiana que buscan un mejor país donde predomine la hasta ahora esquiva justicia social.

Por otra parte, Rodolfo, la otra opción, es un candidato reconocido por su personalidad histriónica, sin ideología ni partido político definido, con evidentes signos de trastornos de la personalidad, de procaz, grosero e irrespetuoso vocabulario, con un confuso, pobrismo y por demás desconocido programa de gobierno que sin contenido alguno ni serio ha estado “encantando” a un sector del electorado con ridículos y grotescos “Tik Tok” que según ellos han logrado impactar a la opinión, pero ¿Cuál opinión?

Sería inconcebible que en el menú presidencial puesto a la vista para este 19 de junio los colombianos vayan a rechazar a un candidato como Gustavo Petro con una alta formación académica en áreas de las ciencias económicas, en la administración pública, el desarrollo poblacional y en el medio ambiente, con un prestigioso y brillante tránsito por corporaciones públicas de elección popular y en las administrativas como fue su exitoso desempeño como alcalde de Bogotá.

Sería inconcebible que los votantes del próximo domingo 19 de junio se inclinen por Rodolfo Hernández, un desorientado candidato a la Presidencia con marcado desconocimiento de la administración pública que entre sus alocadas propuestas dice que convertirá el Palacio de Nariño en un museo, que hará que todos los colombianos conozcan el mar, que fusionará el Ministerio de Cultura con el de Ambiente, que por considerarlas una vagabundería, no trabajar sus funcionarios y haberse convertido en jubiladero de politiqueros, según él, eliminará unas embajadas de Colombia.

Sería inconcebible que los colombianos en mayoría se decidan por un candidato misógino que considera que “lo ideal es que las mujeres se dedicaran a la crianza de los hijos”, y que de manera irrespetuosa refiriéndose a las mujeres de Puerto Berrío dijo que lo único que les había faltado que le pasara por encima era el Ferrocarril, o por un candidato que irrespeta a sus empleados llamándolos “flojos y barrigones”, o por un candidato que “hijueputea” y cachetea a Concejales.

Y la pregunta final es si el pueblo colombiano dejará pasar la oportunidad de elegir a un presidente progresista como Gustavo Petro que propone un Cambio por la Vida con una educación universitaria gratuita para todos, eliminación de las OPS como modelo de contratación indigna, mejores servicios de salud, ayuda económica con medio salario mínimo a los adultos mayores y estímulos al sector agropecuario para bajar los precios de los alimentos y generar empleo.

Finalmente, esperamos que en Colombia este 19 de junio no se repita la equivocación que hace un poco más de 2.000 años tuvo el pueblo judío.

*Columna de opinión. Las opiniones no representan los valores, conceptos y/o postura del periódico.

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