El clima político en Colombia se ha intensificado tras las recientes declaraciones de Juan Guaidó, quien ha denunciado públicamente un supuesto montaje orquestado por Nicolás Maduro contra el ex presidente Iván Duque. Guaidó alega que hay colaboración de individuos en Colombia en este intento de desacreditar a Duque, quien ha sido un firme defensor de la democracia venezolana.
En paralelo, el actual presidente Gustavo Petro ha renovado sus críticas hacia la compra del software de espionaje Pegasus durante la administración de Duque. Según Petro, la adquisición se llevó a cabo de manera irregular, utilizando fondos que fueron mal gestionados y empleados para vigilar a adversarios políticos, lo que ha llevado a la Fiscalía General de la Nación a abrir una investigación.
Las acusaciones sobre el uso indebido de Pegasus han desatado un debate en torno a la violación de derechos humanos y el abuso de poder en el contexto político colombiano. Este software, conocido por su capacidad de infiltrarse en dispositivos electrónicos, se ha utilizado presuntamente para espiar a opositores y líderes juveniles, generando inquietud en la sociedad civil.
Maduro, en apoyo a las acusaciones de Petro, ha señalado que el espionaje también se utilizó contra Venezuela, sugiriendo que las acciones del gobierno de Duque tuvieron repercusiones más allá de las fronteras colombianas. Esta situación ha dejado a la política de ambos países en una posición tensa, con implicaciones significativas para las relaciones diplomáticas entre Colombia e Israel.
Siendo así, la controversia en torno a Pegasus y las acusaciones de espionaje han creado un ambiente de incertidumbre en Colombia, donde la defensa de la democracia y la protección de los derechos civiles están en juego. Con líderes enfrentados y un escándalo de espionaje en el centro del debate, el futuro político de la región parece estar en una encrucijada.