Fundado en 1911 por Vicente Martínez Recuero y su esposa Tulia Martelo, el Club Popa fue un emblemático espacio social en Cartagena, caracterizado por su hermosa edificación de madera de estilo tropical antillano. Este club, que ofrecía amplios salones, mesas de billar y canchas de tenis, se convirtió en un punto de encuentro fundamental para la élite cartagenera.
Los primeros socios del Club Popa eran todos miembros del exclusivo Club Cartagena, lo que le confería un aire de exclusividad. Además, se convirtió en la sede obligada de eventos significativos, como los bailes del concurso de belleza y las Fiestas de la Candelaria, donde la etiqueta era rigurosa: caballeros en esmoquin y damas con elegantes vestidos largos.
Un hito importante en la historia del club ocurrió en 1934, cuando Franklin Roosevelt, el primer presidente de los Estados Unidos en visitar Cartagena, fue agasajado en sus salones por el presidente colombiano Enrique Olaya Herrera, consolidando su prestigio en el ámbito social y político.
Sin embargo, la tragedia golpeó al Club Popa en 1951, cuando un devastador incendio consumió casi en su totalidad la estructura. Aquella mañana, las campanas de La Ermita sonaron más temprano de lo habitual, anunciando la lamentable pérdida. Pese a que se salvaron algunos objetos valiosos, como una obra del artista Enrique Grau, las cenizas se esparcieron por los alrededores, marcando el final de una era.
El club fue reconstruido en mampostería, pero nunca recuperó su antiguo esplendor. En 1971, cerró sus puertas y, siguiendo el destino de muchas mansiones del vecindario, fue demolido, dando paso a un conjunto residencial. Así, el Club Popa, que una vez fue símbolo de elegancia y exclusividad, se desvaneció en la memoria colectiva de Cartagena, dejando un legado de recuerdos y nostalgia en su comunidad.