Por Daniel Fernández Silva
Cartagena, una ciudad emblemática que es el paraíso para miles de turistas que vienen a pasar un rato agradable para contemplar el mar caribe y la imponente ciudad amurallada. Pero eso no lo es todo, la realidad de los cartageneros es otra, una ciudad que vive con una ola de inseguridad que golpea al ciudadano. El sicariato se volvió costumbre en los barrios populares de la heroica, leer o escuchar en la radio que un cartagenero fue vilmente acribillado se volvió parte de la rutina.
El alcalde William Dau, máxima autoridad de policía dentro de la ciudad no dimensiona la problemática de seguridad por la que está pasando la ciudadanía. Para el señor alcalde, la única problemática relevante es la corrupción, y es tanta su ignorancia que piensa que acabando con esta todos los problemas latentes de Cartagena desaparecerán.
El problema del sicariato ha tenido un aumento sustancial desde la llegada de Dau al poder, y esto es debido a la falta de políticas públicas que pueden mitigar este tipo de problemáticas. Las acciones que las autoridades tienen frente al sicariato son nulas, la delincuencia está cada vez más empoderada y nuestra policía cada vez más humillada.
Según el informe de Cartagena Cómo Vamos, desde el año 2019, se ha incrementado anualmente en un 2% el homicidio en la ciudad, lo que significa que de cada dos muertes violentas en Cartagena una es un homicidio. La localidad más afectada es la 3 donde se presentan constantes sicariatos en los barrios Olaya con (34 homicidios) y el Pozón con (22 homicidios). Lo más alarmante es el aumento de homicidios presentado en el primer semestre del 2022 que equivale a un 40% en comparación al año 2021. Tristemente el panorama no es nada alentador para el primer semestre de 2023 donde se han efectuado múltiples sicariatos en lo que llevamos del año.
Cartagenero hágase la siguiente pregunta ¿me siento seguro en mi ciudad? Lo más probable es que su respuesta sea que no, salir de la casa, coger transcaribe, ir a la tienda, parar una moto, se ha vuelto un martirio por la incertidumbre de si lo roban o se presenta un sicariato y una bala lo impacta. Vivir con ese miedo no se nos puede volver costumbre, la seguridad es esencial para garantizar todos nuestros derechos como ciudadanos sino contamos con esta el progreso de Cartagena se verá estancado por muchos años.
Dicho lo anterior, el gobierno local debe adoptar medidas reales que mejoren la seguridad de los ciudadanos, como lo son: fortalecer el pie de fuerza de la policía nacional, hacer patrullajes constantes por los barrios con mayor tasa de homicidio, combatir las estructuras criminales que atemorizan la ciudad, tener una política publica de seguridad y convivencia clara. Por el contrario, el sicariato seguirá aumentando, teniendo acorralado a los cartageneros, haciendo de su cotidianidad un infierno sino es que ya lo es.
A modo de conclusión, Cartagena en materia de seguridad está muy mal, William Dau debe reestructurar junto a la policía nacional las estrategias para disminuir el sicariato de manera que la ciudadanía se sienta segura. Ahora bien, en esta columna solo estamos abordando un tema, pero usted y yo sabemos que el sicariato es solo la punta del iceberg.