
La crisis en el liderazgo de la política representativa en el Distrito de Cartagena ha tocado mucho fondo, la poca credibilidad que irradian los Concejales ante los ciudadanos; la falta del verdadero control político, la dudosa conducta que han tenido en relación con administraciones pasadas y administración actual; además los últimos hechos de carácter político; dejan entrever que esta renovación en el próximo Concejo del Distrito de Cartagena, debe darse de manera urgente e inmediata para beneficio de nuestra ciudad y de todos sus ciudadanos.
Hemos visto al transcurrir del tiempo que muchos de los concejales que ha tenido y tiene en estos momentos la ciudad; llegan con el único propósito de hacer dinero a como dé lugar y a costa de lo que sea. La codicia y la avaricia que existe en sus corazones, los vuelve indolentes ante los problemas y las necesidades de los ciudadanos y de nuestra ciudad. Estos concejales llegan patrocinados en las mayorías de las veces por sus padrinos o financistas políticos; que con el firme propósito lo recomiendan para determinada posición; para luego repartirse el presupuesto público de nuestra ciudad, el cual nos pertenece a todos los cartageneros; ya que somos nosotros los que pagamos los impuestos.
Los engaños desde la cima del poder, la compra de conciencias con dineros y puestos, y la falsa sensación de normalidad democrática; no debe seguir sucediendo en nuestra ciudad. No queremos seguir teniendo más manipulación, más desigualdad desbordada, no más juegos con la Constitución, no más engaño al ciudadano cartagenero; por parte de este Concejo indolente que le ha hecho mucho daño a nuestra ciudad.
Cartagena no puede seguir una carrera política mediática y sin contenido filosófico. Es hora que el ciudadano cartagenero se detenga, reflexione y deje de elegir por la tendencia de imagen, o por intereses muy personales a candidatos que le han hecho y siguen haciendo mucho daño a nuestra ciudad; además gobernando en cuerpo ajeno y estando a merced de las diferentes casas políticas de la ciudad y del departamento.
El ciudadano cartagenero debe dejar las pervertidas costumbres políticas y no permitir que denigren su dignidad como lo han hecho siempre en épocas electorales, comprándoles sus conciencias y de esa manera mantenerle en la pobreza y en la desesperanza. Deberíamos pensar de manera seria y disciplinada, en la ciudad que queremos dejarles a nuestros hijos, a nuestros nietos, a nuestras próximas generaciones. Debemos actuar de manera madura, lógica y sensata y de esta manera elegir Nuevos liderazgos que les interese más el bienestar del ciudadano y la ciudad; que el deseo personal de enriquecerse a costa de la confianza que deposita la ciudadanía.
Hay que fortalecer la debilidad emocional y espiritual del votante, que por años han sido engañados y subyugados por los mismos políticos de siempre. Debemos colocar primeramente a Dios sobre todas las cosas, para que venga la dirección y la efectividad para hacer entre todos, la ciudad que soñamos y queremos.
Los cartageneros debemos unirnos, para hacer juntos las tareas que apunten a la construcción de unos nuevos comienzos para Cartagena, para tener la ciudad prospera, incluyente, desarrollada y con un mejor bienestar para todos.
Debemos pensar siempre, que ciudad queremos dejarles a nuestras próximas generaciones; dejarle una ciudad donde se recupere la confianza de sus instituciones, en el ciudadano de a pie, en nosotros mismos y en especial recuperar la credibilidad ante el país y ante el mundo; como una ciudad de principios morales y éticos donde las personas vengan a disfrutar de un ambiente sano de un turismo familiar y que conozcan toda la diversidad y la magia que tiene nuestra ciudad.