El momento de redefinir el modelo energético de Colombia ha llegado. En medio de una crisis climática global y una creciente demanda interna, el país enfrenta la necesidad urgente de diversificar su matriz energética, reducir la dependencia de los combustibles fósiles y democratizar el acceso a energías renovables.
En 2024, la demanda nacional alcanzó los 82,084.9 GWh, impulsada por la urbanización, la electrificación del transporte y la industrialización regional. Aunque el 65 % de la matriz sigue siendo hidroeléctrica, la variabilidad climática y fenómenos como El Niño exponen la fragilidad de un modelo centralizado.
Comunidades energéticas: una apuesta por la transición justa
La Guía para la Gestión y Desarrollo de Comunidades Energéticas en la Región Central, promovida por la RAP-E, propone un modelo descentralizado donde las comunidades no solo consuman, sino que también gestionen, produzcan y comercialicen su propia energía.
Bogotá, Boyacá, Cundinamarca, Huila, Meta y Tolima aportan fortalezas únicas: desde irradiación solar y vocación agroenergética, hasta innovación tecnológica y biodiversidad. Este enfoque convierte a la región en pionera de la soberanía energética, con proyectos construidos desde el territorio y no impuestos desde afuera.
Hacia territorios energéticos inteligentes
La transición busca pasar de un sistema centralizado y extractivista, a otro local, sostenible y participativo. La guía plantea que los recursos naturales —sol, agua, biomasa y viento— no deben ser vistos como simples materias primas, sino como aliados de vida y motores de autonomía.
El concepto de “territorios energéticos inteligentes” impulsa la participación ciudadana, la justicia social y la visión de largo plazo, poniendo en el centro la democracia energética.
Retos y oportunidades de la soberanía energética
El futuro de las comunidades energéticas depende de superar desafíos como la falta de financiamiento, la articulación institucional y la creación de un marco normativo robusto. Para lograrlo, se propone conformar una red nacional que garantice regulación, recursos y sostenibilidad a largo plazo.
En zonas rurales y periurbanas, donde el Estado llega tarde, estas iniciativas fortalecen el tejido comunitario y abren caminos hacia un futuro más justo y sostenible.
Un llamado a la acción colectiva
La guía es, en esencia, un llamado a democratizar la energía en Colombia. Significa pasar de la dependencia energética a la soberanía, donde las comunidades son protagonistas y guardianes de su futuro.
Más que proyectos técnicos, las comunidades energéticas representan autonomía regional, justicia social y un modelo energético construido desde abajo hacia arriba.











