En un decisivo rechazo, el 55% de los chilenos votó en contra de la nueva Constitución propuesta por fuerzas de derecha y ultraderecha. Este resultado convierte a Chile en el primer país en rechazar dos procesos constituyentes consecutivos.
A pesar de que la oposición era respaldada por el oficialismo, también atrajo a sectores de centroizquierda y agrupaciones ultra, reflejando el descontento general con la propuesta. Esto deja en evidencia una derrota especialmente para el Partido Republicano liderado por José Antonio Kast.
Este rechazo marca el fin de un proceso constituyente de cuatro años, devolviendo a Chile al punto de partida de noviembre de 2019. El debate ideológico sobre la Constitución de Pinochet continúa, mientras el país enfrenta la tarea de construir consensos y avanzar hacia un modelo que refleje las aspiraciones de su sociedad actual.
Con el cierre del plebiscito, Chile concluye sus esfuerzos por modificar su carta magna y se ve envuelta en una “fatiga constitucional”, como explicación a la apatía de los votantes, quienes han mostrado indiferencia en este segundo intento de cambio.