Financiación para la transformación social

Por Roger Cabarcas Torres

Director financiero UTB, rcabarcas@utb.edu.co

 

La educación superior desempeña un papel fundamental en la transformación de la sociedad. Además del conocimiento y de las habilidades que desarrolla en las personas, crea perspectivas de futuro y abre nuevos canales de pensamiento crítico y constructivo que desembocan luego en cambios muy positivos para la población. Un ejemplo claro es el terreno fértil que surge para el desarrollo económico, que impulsa además la mejora en la calidad de vida y reduce la pobreza y la exclusión social. 

Es por ese motivo que el gobierno y otros actores involucrados deberían elevar sus esfuerzos por promover el acceso a la educación superior. Si coincidimos en que este es un agente de transformación social, fomentarla implica apuntar a una inversión con retornos muy altos hacia la sociedad, con múltiples beneficios y sin fecha de caducidad. Es una inversión que se construye en el largo plazo, pero que produce altos flujos de retorno para reembolsar el capital invertido, con la ventaja de tener mayor vida productiva en comparación con otro tipo de inversiones.

«La educación superior desempeña un papel fundamental en la transformación de la sociedad”, Roger Cabarcas.

 

Sin embargo, gran parte de los problemas de acceso a la educación superior en Colombia reposan sobre su financiación. Si el principio de conformidad financiera sugiere que la inversión en activos con retornos de largo plazo se debe financiar con fuentes también de largo plazo, no hace sentido que en Colombia haya escasez de instrumentos financieros que apoyen la inversión necesaria para construir activos para la transformación social. Como resultado, el país acusa de una baja tasa de cobertura en educación superior: en promedio la mitad de los bachilleres pierde la oportunidad de transformarse y de transformar su entorno. 

Un modelo exitoso que apoye la creación de activos para la transformación social en Colombia debería contar con la participación de inversionistas sociales, como el Estado, las empresas y la propia sociedad civil, que se constituyen en el futuro como beneficiarios de las rentas que produzcan los activos formados.

El llamado es al Gobierno Nacional, a los mandatarios locales recién posesionados, al sector productivo y a la academia, para que juntos construyan un ambiente propicio para la transformación social. Una buena forma de hacerlo es diseñando nuevas fuentes de financiación de largo plazo destinadas a la educación superior. Sin duda, el resultado será la construcción de una mejor sociedad, con justicia social, inclusiva y altamente rentable.

Las opiniones aquí expresadas no comprometen a la UTB ni a sus directivos.

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