Por José David Vargas Tuñón
Muchos, ya sea a nivel local o en el ámbito nacional, han sido los medios de comunicación que sacaron a relucir el deplorable estado del centro histórico de nuestra “hermosa” ciudad amurallada, aquella que fue llenada de elogios bajo los reflectores del mundo en su momento, hoy muestra una faceta totalmente distinta y decadente.
Y es que, para ningún habitante de esta ciudad que para algunos era musa de la inspiración para sus poemas o la mejor de las postales para mostrar y causar envidia, es un secreto, que el paso del tiempo; la falta de cultura ciudadana; el cómplice y estridente silencio de las autoridades y la ineptitud e inejecución de la mayoría de contrataciones; han causado mella en lo que era conocida hasta hace algunos meses como una de las ciudades más hermosas del mundo y que a día de hoy, simplemente no se puede caminar por algunas de sus calles sin sentir arcadas o siempre estar vigilante con algún tropiezo en algunos de los prominentes huecos que invaden sus aceras.
Así, nos guste o no la idea, Cartagena es, en una gran parte reconocida solo por la gran riqueza histórica, arquitectónica y cultural del llamado “centro histórico”; y su belleza en todos los niveles también es atribuible al mismo. Las consecuencias que representaría para la ciudad el no prestarle atención a tal patrimonio histórico, constituyen un asunto de suma importancia que para las autoridades, por el contrario, es mejor mantener en la última de las gavetas.
Entre los posibles escenarios, el que más debería preocuparnos, como una de las ciudades cumbres en materia turística; sería evidentemente la reducción en el flujo de personas que la visiten y dentro del mismo remolino de problemas se le agrega, la disminución de ingresos para la gran mayoría de la población que viven del turismo.
Total, aquella fuente de trabajo en la que se convirtió nuestro centro histórico es ahora, luego del inexorable paso del tiempo un lugar nauseabundo que con solo inhalar un poco el aire se te quitan las ganas de seguir caminando, todo por la cantidad de hedores provocados por los estancamientos de aguas servidas en las calles por las que alguna vez caminaron nuestros próceres independentistas.
Es así como, mediante este medio de comunicación que puede llevar a ustedes esta columna, me permito de la manera más comedida, realizar un llamado a las salientes autoridades distritales y a las entrantes también, para que por favor le pongan el ojo al centro histórico, que necesariamente necesita un gran retoque y una rápida intervención. Si Cartagena, no quiere perder su parte en la torta del turismo en Colombia, debe invertir en los grandes atractivos que tiene, de lo contrario, el negocio se acaba una vez el turismo se aleja.