Por Leonardo Contreras Rocha
¡Verte el pelo churrusco, maluco, feo y malo!
Un tema que desde hace mucho tiempo me apasiona y me identifica es el pelo afro y rizado, de cómo la reivindicación de este se ha convertido en un fenómeno cultural muy popular.
Hablar del pelo afro es comprender que su aceptación social no ha sido regalada, sino más bien luchada. Y, sobre todo, es triste saber que en la actualidad hay personas negras que aún lo estigmatizan. Pese a eso, hay que reconocer la valentía de quienes día a día, salen a la calle sin miedo a ser juzgados, desafiando los cánones de belleza anteriormente establecidos, con sus cabellos al natural y sus raíces intactas.
Los antecedentes históricos caracterizan y complejizan la situación. Los estándares de belleza eurocéntricos las han afectado como sujetos sociales, políticos y como mujeres en función de la sociedad donde se han desenvuelto. El cabello ha sido un rasgo problematizado y ha generado la frase: “ese pelo liso es bueno” y el “pelo churrusco es malo”.
Los discursos sobre la belleza han reproducido y sustentado la idea de que hay algo dañado en el cabello de las personas negras que es defectuoso e imperfecto. Muchas mujeres y hombres han creado la necesidad de tener un “buen cabello”, entendido como aquel que es liso, largo, lo anterior sin importar el costo, incluso de su salud. Además, identidad y los afectos; se aborda el cabello como un capital racial, lo que implica el cabello como estética antirracista y las autopercepciones estéticas de las participantes.
La relación que existe entre los medios de comunicación, la tecnología, los ideales de belleza y la sociedad es compleja (Pindado, 2005; Muhammad y McArthur, 2015). El hecho de que en la experiencia de las mujeres negras se encuentren dos sistemas de opresión prevalentes como lo son etnia y género hacen que el lugar que ocupa la mujer negra, teóricamente, ofrezca una perspectiva interesante para aproximarnos a diferentes problemas sociales, de esta misma forma afecta la manera en que ellas experimentan el mundo y construyen conocimientos (Collins, 2000) por lo que la forma de interpretar los comerciales o percibir a otras mujeres dentro de los más media las ayuda construir un marco de referencia respecto a sus propios cuerpos y las formas como deben verse. Vivimos en una sociedad en que lo bello es lo blanco.
Muchas mujeres negras optan por alisarse el pelo para verse hermosas, aceptadas por un sector de la sociedad. Hay algo de verdad en eso, sin duda, pero también es una construcción mental a la que nos vemos arrastrados por el entorno, la publicidad, el cine, los medios, etc.
Un día en un taller de identidad, escuche que las mujeres esclavizadas, cuando se escapaban de los españoles, guardaban semillas en sus cabellos, tejían las rutas o caminos para no perderse, guardaban pedazos de oro dentro del cabello que muchas mujeres y hombres estiramos porque de alguna u otra forma nos han hecho creer que el cabello churrusco es feo, es muy apretado y cuan defecto se le ha colocado con el pasar del tiempo.
Este escrito buscar revindicar y aportar al auto reconocimiento étnico de nosotros los negros. Romper los paradigmas raciales que contiene nuestro pelo churrusco.
Mi postura en este escrito está atravesado por mi experiencia de ser un hombre negro de María La Baja; al mismo tiempo por mis privilegios al tener acceso a la educación superior, a la lectura crítica, pertenecer a un estrato medio y tener una textura de pelo churrusco, es decir, un cabello que a la vista parece “un parasco de avispas africanas o un poco de mojón de chivo” y es sencillo de difícil de peinar. Y que por medio de un proceso de aceptación, rompiendo los esquemas y patrones de bellezas establecidos por los europeos y ser auténticamente negro.
¡Llegó el momento de reivindicarnos, aceptarnos tal cual cómo somos y dejar de oprimir a nuestro semejante porque simplemente tiene su cabello natural!