De ser una cárcel a convertirse en cuna del arte en Cartagena: así fue el «resurgir» del Covento

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Ubicado en el emblemático barrio de San Diego, frente a la plaza homónima, el Convento de San Diego es un hito histórico de Cartagena de Indias. Fundado en 1608 por Fray Sebastián de Humilias, su propósito original fue brindar asistencia a los más necesitados de la ciudad. 

La construcción del convento se inició en una casa que, con el apoyo de la ciudadanía y el impulso de figuras como el Obispo Fray Juan de Ladrada y el Gobernador Don Diego Fernando de Velasco, se transformó en un complejo religioso. La obra, liderada por el maestro Simón González quien también diseñó la Catedral de Cartagena, culminó con la consagración de su iglesia el 21 de octubre de 1625.

A lo largo de los siglos, el convento cambió de funciones. En 1857, fue incluido en el Inventario de Bienes Inmuebles Nacionales como cárcel provincial. A pesar de los intentos de venta de sus terrenos, la comunidad franciscana se extinguió en 1891, dejando el claustro como un centro reclusorio.

La historia del convento dio un giro en 1957, cuando se decidió trasladar el Instituto Musical y de Bellas Artes a este espacio, buscando mejores instalaciones. En 1983, la cesión formal del claustro al Instituto permitió su restauración integral, preservando su valor arquitectónico y cultural. 

Hoy, el Convento de San Diego es la sede de la Universidad de Bellas Artes, una de las más prestigiosas de la región, convirtiéndose en un centro vital para la educación artística y cultural de Cartagena. Su legado histórico, combinado con su nueva función, lo establece como un símbolo de la resiliencia y transformación de la ciudad.

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