El proyecto del nuevo aeropuerto de Cartagena que se construirá en Bayunca continúa en etapa de evaluación por parte de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), que este viernes 6 de diciembre pretende hacer la contratación del evaluador integral del proyecto, una fase que, si se cumplen los plazos, debería terminar en el tercer trimestre de 2025. Según información de El Universal, esta nueva terminal aeronáutica demandaría una inversión superior a los 1.000 millones de dólares y estaría construido en un área de 864 hectáreas. Asimismo, contaría con una pista de 3.100 m, calles de rodaje y una segunda pista que se construiría en la segunda fase del proyecto. Con estos parámetros, esta megaobra tendría inicialmente capacidad para atender a aproximadamente 11 millones de pasajeros al año, la cual se extendería hasta los 17 millones en su etapa final de concesión. Adicional a esto, contará con 2.260 para parquear vehículos. «Este será un aeropuerto que va a cambiar la forma de conectar a Cartagena con el turismo, con la industria, los viajes de negocios. Será un hub de conexiones muy importante a nivel del mar”, expresó Andrés Ortega, vicepresidente de concesiones de Odinsa. Por otro lado, la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), junto a miembros de Odinsa Aeropuerto y Conecta Caribe se encuentran reunidos desde las 9:30 am de hoy, miércoles 4 de diciembre, con la comunidad de Bayunca, gremios y autoridades para socializar los avances de este proyecto de iniciativa privada.

En las últimas horas, el Bolivarense recibió un vídeo por medio de sus canales oficiales en el que se aprecian a tres sujetos circulando sobre una misma motocicleta. El Bolivarense conoció que el hecho fue registrado en la Vía al Mar, en las inmediaciones a Barcelona de Indias. Tal y como se aprecia en el video, el hombre de amarillo, que se ubica en la parte trasera de la moto, se encontraba sujetando una clase de carretilla, que en algunos momentos parecía desestabilizarse por la velocidad a la que iban los motorizados.

En Cartagena, mas específicamente en los años 70, cuando el desarrollo urbano aún convivía con tradiciones y costumbres locales, los buses de la desaparecida ruta de Torices marcaron una época inolvidable en el transporte público. Estos vehículos, fabricados en los años 60, eran Chevrolet modelo 1963, y representaban una de las formas más comunes y económicas de moverse por la ciudad, con su diseño peculiar, estos buses carecían de ventanas de vidrio, y en su lugar, llevaban cortinas de lona gruesa, similares a las de los camiones, que se sujetaban con presillas de cuero. Estas cortinas podían subirse o bajarse según la necesidad, ofreciendo protección contra el sol abrasador o las lluvias ocasionales, sin embargo, el viento a menudo las levantaba, y con él, pequeños rocíos de agua o polvo impactaban en los pasajeros, dando origen al apodo «buses pringa cara». A pesar de sus limitaciones, como frenos de líquido y un motor que funcionaba exclusivamente con gasolina, estos vehículos fueron un símbolo de accesibilidad, ya que el costo del pasaje era menor en comparación con los modernos buses que comenzaron a aparecer con ventanillas de vidrio, por ello, los «buses pringa cara» se convirtieron en una opción popular entre los habitantes de Torices y otras zonas de Cartagena.