Canción: poema inmortalizado para américa latina y el mundo

Por Andrés David Marín Pacheco

“La música da alma al universo, alas a la mente, vuelos a la imaginación, consuelo a la tristeza y vida y alegría a todas las cosas”, Platón.

Desde las tierras mágicas de Cuba en el año de 1972, fue redactado un poema de amor por el poeta, periodista y activista cubano Nicolás Guillén, el cual describe con el néctar embriagador de «todas las flores de abril», entre versos y versos el poema catalogado “Canción”, conocida popularmente con el nombre “De que callada manera” gracias a la interpretación del cantautor cubano Pablo Milanés en su álbum musical «Canto a Nicolás Guillén.» publicado en el año 1975 e inmortalizada por la versión en salsa lanzada por la Sonora Ponceña en el año de 1987 en su álbum Back to Wok.

Pero ¿Qué esconden los versos del poema?

Es importante resaltar que, en dichas estrofas, se esconden las explicaciones de las contradicciones propias de la idealización del amor.

Ahora bien, hablar de este poema es sin duda hablar de amor y del sentimiento que produce enamorarse. La letra trata acerca de dos personas que empiezan a conocerse y enamorarse, generando una idealización del uno por el otro, llegando a un nivel de idealización, al punto de sentir uno de los dos, en no creer que se encuentra en tal punto de fascinación, creando en ese sentido, en un conflicto por no creer ser ese ideal para con el otro. Analicemos el siguiente verso:

“Quién le dijo que yo era

risa siempre, nunca llanto,

como si fuera la primavera

no soy tanto».

Si bien es cierto, Guillén nos intenta ilustrar indicando que en las cuestiones del amor no podemos idealizar al semejante, toda vez que, por nuestra condición humana estamos sujetos a ser vulnerable por las emociones, al punto que nos podemos equivocar, tener disgustos, momentos de exaltación y demás, derrumbado de esa manera la percepción ideal.

Es por ello, que el tema de la idealización por el otro es enfrentarse únicamente a lo que uno quiere ver y no confrontar la realidad como tal. Es por ello, que el desconocimiento del ser, el no estar completamente de acuerdo con la perspectiva del enamorado hace que uno entre en un conflicto entre la razón y las emociones, llegando al estado del desenamoramiento.

En esta medida es menester traer a colación el poema catalogado “Enamorarse y no” del autor Mario Benedetti:

“Cuando uno se enamora las cuadrillas

del tiempo hacen escala en el olvido

la desdicha se llena de milagros

el miedo se convierte en osadía

y la muerte no sale de su cueva

enamorarse es un presagio gratis

una ventana abierta al árbol nuevo

una proeza de los sentimientos

una bonanza casi insoportable

y un ejercicio contra el infortunio

por el contrario, desenamorarse

es ver el cuerpo como es y no

como la otra mirada lo inventaba

es regresar más pobre al viejo enigma

y dar con la tristeza en el espejo.

Post Scriptum, para los precitados autores, la idealización del amor en ultima nos conlleva a darnos cuentas que el ser humano gira en torno a criterios racionales y muchas veces emocionales, invitándonos a que pongamos los pies sobre la tierra y abracemos la realidad humana partiendo de la óptica que no todas las personas pensamos, analizamos y miramos el mundo circundante de la misma manera.

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