En el año 1983, la Avenida San Martín, en #Bocagrande, era el epicentro de la que se consideraba la rumba más exclusiva del Caribe colombiano, en un edificio con un aire imponente y misterioso, se encontraba el ‘Templo de Cleopatra’, la discoteca más codiciada por los jóvenes adinerados y los turistas de la élite que llegaban a la ciudad buscando no solo playas, sino una experiencia nocturna única.
El lugar era un templo de lujo decorado con detalles egipcios, iluminación psicodélica y un ambiente que desbordaba sofisticación. En sus primeras noches, la discoteca fue el lugar de encuentro para celebridades, artistas como Tommy Olivencia y la alta sociedad de los años 80, que se sumergían en la magia de las luces y la música, con la última tecnología en sonido y efectos especiales.
El espacio era tan exclusivo que solo los más afortunados lograban ingresar, con una puerta de entrada que parecía un pasaje hacia otro mundo, donde los DJ más renombrados de la época marcaban el ritmo de la noche cada fin de semana.
Como todo en la vida, siempre llega a su fin, a principios de los 90, la discoteca cerró sus puertas, y el local dio paso a ‘Nautilus Video Bar Disco’, un lugar más moderno, pero igual de exclusivo, que siguió marcando tendencia en la ciudad durante varios años.
Con el tiempo, el lugar que antes acogió a tantas estrellas de la noche se transformó, y hoy en día, en el mismo edificio, se encuentra el salón de belleza de Diego Moya, reconocido estilista de la ciudad, donde ahora los residentes y turistas de Bocagrande van a transformarse, a relajarse y a disfrutar de tratamientos de lujo, eso sí, recordando que en ese mismo lugar alguna vez la música les hizo temblar el suelo bajo los pies de lo que fue una discoteca.
Fuente: revista Metro
Foto: a quien corresponda











