Según fuentes del sector, Colombia atrae capital británico en medio de un auge por activos agrícolas sostenibles Desde las montañas de Nariño hasta las planicies del Cauca, el campo colombiano está viviendo una transformación silenciosa pero profunda. La más reciente movida viene del Reino Unido, donde firmas de inversión como Bokaldo Group, con sede en Londres, han comenzado a adquirir tierras agrícolas en distintas regiones del país. ¿El objetivo? Cultivar café y cacao, dos productos que no solo subieron de precio en los últimos doce meses, sino que también se han vuelto altamente codiciados en portafolios que combinan rentabilidad financiera y sostenibilidad ambiental. El capital británico busca tierra fértil (y verde) Bokaldo Group no es un caso aislado. Varios fondos internacionales están explorando el agro colombiano como una opción estratégica frente a la volatilidad global. En ese contexto, los activos rurales —especialmente vinculados a cultivos tradicionales— ofrecen una combinación atractiva: valor estable, proyección exportadora y, en muchos casos, potencial para certificaciones verdes. En un escenario global marcado por la escasez hídrica, el agotamiento de suelos y la presión sobre los sistemas alimentarios, Colombia se destaca por algo que muchos países han perdido: tierra fértil, agua abundante y saberes agrícolas vivos. Esta combinación convierte al país en un refugio natural para inversiones de largo plazo en producción responsable, con menor riesgo climático y mayor potencial de adaptación. ¿Y los campesinos? La tensión entre escalas Aunque los anuncios de inversión son bien recibidos por sectores productivos y políticos, hay una realidad que no puede ignorarse: el agro colombiano sigue en manos de pequeños productores. En departamentos como Santander, el 95 % de los caficultores trabajan parcelas de menos de 2 hectáreas. Son ellos quienes enfrentan hoy desafíos como los aranceles del 10 % impuestos por Estados Unidos a las exportaciones de café, o las lluvias que interrumpen cosechas clave. Pese a ello, muchos de estos productores apuestan a la transformación. Las cooperativas rurales están invirtiendo en prácticas sostenibles, certificaciones y renovación de cultivos. Su estrategia es clara: no competir en volumen, sino en calidad. Un escenario de oportunidad… si se gestiona con visión Colombia tiene una oportunidad histórica: convertirse en un referente global de agro sostenible, con inversión extranjera como aliada, y no como reemplazo del campesinado. Para lograrlo, es clave diseñar políticas que promuevan la inclusión financiera rural, aseguren acceso justo a los beneficios de la inversión y protejan el patrimonio natural. Lo que se cultiva en el campo colombiano no es solo café o cacao. Son también modelos de desarrollo que, si se encauzan con inteligencia, pueden equilibrar economía, ecología y equidad.