El reciente atentado atribuido al Ejército de Liberación Nacional (ELN) ha llevado a la suspensión de las negociaciones de paz entre esta guerrilla y el gobierno colombiano. El ataque con cilindros bomba en Arauca, que resultó en la muerte de dos militares y dejó numerosos heridos, ha desatado una ola de indignación y ha llevado al presidente Gustavo Petro a calificarlo como un hecho que «cierra un proceso de paz con sangre».
Aunque inicialmente se interpretó como un cierre definitivo de las negociaciones, el equipo negociador del gobierno aclaró que se trata de una suspensión. En un comunicado emitido a través de la red social X, la delegación oficial enfatizó que solo una «manifestación inequívoca de la voluntad de paz del ELN» podría reactivar los diálogos.
Este incidente marca un punto crítico en el proceso de paz en Colombia, que enfrenta desafíos significativos ante la violencia persistente de grupos armados. La situación en Arauca, una región estratégica y conflictiva debido a su proximidad a la frontera con Venezuela, refleja las complejidades del conflicto armado en el país y la necesidad urgente de retomar un camino hacia la reconciliación.