¿Destruir nuestra identidad? las letras deben quedarse, la identidad cultural prima

“La vocación del político de carrera es hacer de cada solución un problema”, Woody Allen.

Por Osmarl A. Pulido Rodríguez

Las letras que adornan nuestro querido barrio de Blas de Lezo son mucho más que simples estructuras de colores. Representan la identidad y el esfuerzo de una comunidad que se ha levantado desde cero, construyendo sus casas y su futuro con sus propias manos. Sin embargo, estas letras se encuentran ahora amenazadas por una querella interpuesta desde la Gerencia de Espacio Público, acusándolas de ocupar ilegalmente el espacio y perturbar la integridad urbanística, y señalando como autor a un candidato, desconociendo lo que hay detrás.

Es importante destacar que esta iniciativa fue llevada a cabo por los propios habitantes del barrio, liderados por personas como Miguel Ángel Redondo “Michi” para quienes lo conocen, Linda Rodríguez, Silvia Lara, Lucho Arnedo, Rey Morales (propietario del campeonato juega por tu barrio, que además dignifica a la ciudad en cuanto a softball se refiere) entre otros muchos actores del barrio, quienes han logrado incubarnos un sentido de pertenencia y orgullo por nuestra comunidad. Incluso contamos con una canción que nos identifica y nos une.

La aceptación excepcional que estas letras han tenido entre la comunidad es innegable, en el lugar donde cada 16 de julio nos congregamos en el parque de la Virgencita para celebrar nuestra identidad en una fiesta cultural y tradicional. Sin embargo, ahora nos encontramos en manos de un inspector de Policía subordinado por la alcaldía mayor que decidirá el futuro de estas letras.

Hoy en día, Blas de Lezo se ha convertido en el epicentro cultural de toda la ciudad. Nuestro barrio es reconocido por sus lugares emblemáticos, como El Coreano que ha dejado una huella imborrable en la ciudad. Su ambiente acogedor y su propuesta gastronómica – y de ingesta – lo han convertido en un punto de encuentro muy querido por los blaslezanos y por los visitantes. Incluso el alcalde de la ciudad lo visitó durante su campaña electoral y después de ser electo, reconociendo la importancia de este lugar para la comunidad.

Otro lugar es El York, un kiosco que se ha transformado en el mejor lugar de salsa tanto para jóvenes como para personas de mayor edad. Es un espacio donde convergen generaciones, donde se comparte la pasión por el baile y la música.

Es un claro ejemplo de cómo los espacios culturales pueden forjar lazos de familiaridad y crear una identidad colectiva.

Y no podemos olvidar Vueltabajero, que forma parte de la ruta de la salsa de la ciudad. Allí, los amantes de este género encuentran un espacio único para disfrutar y bailar al ritmo de la música.

Puede parecer que estas referencias no tienen una conexión directa con las letras que adornan nuestro barrio, pero en realidad forman parte de la construcción de una identidad sólida. Cada uno de estos lugares, junto con las letras en el parque de la Virgencita, son testigos de los obstáculos que hemos superado como comunidad. Los orígenes de algunos no fueron del todo legítimos o por lo menos de plena aceptación por parte de la dirigencia de espacio público, pero allí están y nos representan.

Blas de Lezo ha pasado por momentos difíciles y ha enfrentado desafíos para llegar a donde está hoy. Desde sus inicios como un barrio humilde hasta convertirse en un centro cultural reconocido en toda la ciudad, hemos construido una identidad única. Cada ladrillo colocado, cada esfuerzo comunitario, cada espacio cultural que hemos creado, ha contribuido a forjar nuestra identidad como blaslezanos. Es una ofrenda de la nueva generación para aquella generación que se propuso construir más que un hogar, una comunidad completa e integrada.

Las letras en el parque de la Virgencita son un símbolo tangible de esta identidad. Representan la unión, el esfuerzo y el orgullo de pertenecer a esta comunidad. Aunque puedan parecer hechos aislados, cada elemento contribuye a tejer la red de familiaridad y pertenencia que nos une como barrio.

Es necesario que la alcaldía reconozca esta construcción cultural y brinde su apoyo en lugar de generar conflictos innecesarios. Las letras no solo son un adorno en el espacio público, sino que son parte de nuestra historia, de nuestro presente y de nuestro futuro como comunidad. Preservarlas y valorarlas es preservar y valorar nuestra identidad como blaslezanos.

Así que, en definitiva, las letras tienen mucho que ver con todo esto. Son un testimonio de nuestra lucha, de nuestros logros y de la construcción de una identidad sólida y vibrante. Mantenerlas en nuestro barrio es asegurar que nuestra historia y nuestra comunidad continúen floreciendo. Es lamentable que la administración distrital, a pesar de ser consultada en un principio, haya guardado silencio y no haya mostrado interés en apoyar esta iniciativa comunitaria. Invito a la alcaldía a que se acerque a nuestra comunidad, a que conozca nuestras necesidades y no busque declarar una guerra político-partidista en la que los únicos perjudicados somos nosotros, la comunidad y la ciudadanía en general.

En lugar de enfocarse en disputas políticas, la alcaldía debería centrarse en fomentar espacios de esparcimiento y garantizar la seguridad de los ciudadanos. Blas de Lezo ha sido un barrio en constante desarrollo, pero esto también ha atraído a delincuentes que acechan a nuestros habitantes y visitantes. Aunque la Policía Nacional ha prestado colaboración en este aspecto, la alcaldía ha mostrado indiferencia y falta de acción cuando se trata de planificación y dirección.

¿Acaso no es más importante garantizar la seguridad y el bienestar de nuestra comunidad que preocuparse por supuestas ocupaciones del espacio público? Es evidente que la «politiquería» siempre ha sido utilizada por los dirigentes con intereses particulares, buscando llevarse todo el crédito en lugar de velar por el bienestar común.

En lugar de desviar la atención y generar conflictos innecesarios, insto a la alcaldía a que se enfoque en las verdaderas necesidades de nuestra comunidad. Es hora de trabajar juntos, de escuchar a los ciudadanos y de construir un futuro en el que nuestras letras, y todo lo que representan, puedan quedarse en nuestro barrio. Porque las letras se quedan, pero la falta de atención y acción por parte de la alcaldía nos empujará hacia la inseguridad y la desatención.

Blas de Lezo fue un pirata que defendió a la ciudad de todos sus atacantes, así mismo los Blaslezanos defenderemos con argumentos a nuestro barrio de todos sus atacantes.

Siempre será un barrio de unión, de amor y de aprecio, siempre será nuestro barrio querido.

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